#Opinión Abrazos para los sicarios, balazos para campesinos
Por: José Oswaldo Ramírez Mendoza, Lic. en Ciencias de la Comunicación, docente.
Los retumbos con que suenan los problemas por el agua cada vez son mayores y en cada ocasión es más confuso para los ciudadanos comunes saber el porqué del meollo y el origen de los problemas que han dejado personas lesionadas y tensión en esa región del estado.
El conflicto que se suscitó el día de ayer en las inmediaciones de la presa Las Vírgenes, sin embargo, rebasa cualquier justificación que se quiera dar acerca de la agresión de los elementos de la Guardia Nacional hacia los pobladores que se manifestaron en contra de la apertura de las compuertas del cuerpo de agua.
El utilizar gas lacrimógeno y balas de goma por parte de los elementos castrenses para dispersar a los inconformes es un abuso de poder impensable por parte de un gobierno que hoy mismo declara que no se dejará la filosofía de los “abrazos, no balazos”.
Parece que el gobierno encabezado por López Obrador está tan perdido en los problemas del país, que se abstrae en las nimiedades del vaciado de una presa para agredir físicamente a civiles que pelean por tener el suficiente líquido vital para el ciclo agrícola de este año.
Independientemente de sí existe suficiente agua o no para solventar el pago del líquido a Estados Unidos, el gobierno federal debería de sentir vergüenza el estar combatiendo a civiles que trabajan día con día de manera honrada para llevar el sustento a sus hogares, en vez de erradicar la violencia que en su sexenio a logrado lo imposible: romper el récord de homicidios dolosos desde que se tienen registros en el país.
Justo este fin de semana, solo en Ciudad Juárez, se vivieron 26 asesinatos. Pero el día de hoy, el secretario de seguridad, Alfonso Durazo, presume que bajó el índice de homicidios en comparación con el año pasado, mientras que el alcalde de Juárez remarca (como si fuera motivo de orgullo) que antes se asesinaba a diestra y siniestra a delincuentes y ciudadanos honrados, y ahora solamente se asesinan entre bandos contrarios.
López Obrador debe de entender que su frase dominguera de “abrazos, no balazos” debe de aplicar para todos los pobladores del país o para nadie en el territorio nacional, porque balear a campesinos y perdonar a asesinos, solo denota una falta total de planeación de seguridad y refleja que se agrede solamente contra el que se puede, contra el débil y desarmado.
El echar culpas al pasado, como se escuda el mandatario mexicano, es una retórica que no funciona para el imparable derramamiento de sangre que corre en el país y en el estado.
Con año y medio en el poder, Andrés Manuel López Obrador no ha podido con las problemáticas del país, y para nuestra mala suerte, no se vislumbra que esto vaya a cambiar.