Viernes, 22 de noviembre del 2024

#Opinión Chichén Itzá: Mercado de la corrupción

Por: José Carlos Hernández Aguilar. Especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada.

Por varias semanas me resistí a escribir sobre éste lamentable hecho, ya que nuestro contexto analítico versa más bien sobre rubros de la seguridad pública y otras áreas de oportunidad criminológica, pero finalmente cedí, por ese binomio de tristeza y coraje que como un simple mexicano que ama su patria, me produjo mi visita a dicho centro cultural.

Para dimensionar el contexto de nuestra crítica, debemos saber que Chichén Itzá es el más importante sitio arqueológico maya del México prehispánico; que fue inscrito en 1988 por la UNESCO en esa selecta lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad y que su principal y majestuosa Pirámide “Kukulcán” (también llamada “El Castillo”), es reconocida desde julio de 2007 como una de las 7 maravillas del mundo moderno, por una iniciativa privada que -sin el apoyo de aquel organismo- recibió el reconocimiento de millones de votantes alrededor del mundo. Conocer ese centro ceremonial ubicado en el municipio de Tinúm, en el estado de Yucatán, es verdaderamente sorprendente; su historia, vestigios y misticismo milenario nos deja boquiabiertos.

Previo a visitar Chichén Itzá, tuvimos la gran oportunidad de recorrer Uxmal, Dzibilchaltún, Cobá, Xcaret, Tulúm y algunos otros centros culturales del caribe mexicano de no menor importancia histórica, sin embargo al llegar a aquel ¡Oh decepción! Es el único sitio arqueológico en México, que permite dentro del mismo la venta indiscriminada de artículos artesanales -y que dicho sea de paso, la mayoría de ellos hasta de procedencia china-. El espacio prehispánico que es considerado por la comunidad internacional, como uno de los más espectaculares del mundo, se encuentra plagado de más de 200 puestos ambulantes que no permiten disfrutar con calma ni cómodamente cada edificio, ni los bellos paisajes naturales que ofrece éste centro maya.

Las veredas que conducen a cada monumento que integra la zona, se encuentran atestadas de vendedores que increpando a cada turista que deambula por ellas, tratan de cerrar las ventas con sus supuestas ofertas. ¡Pero la incomodidad y pena ajena no sólo se constriñe a eso! sino que además del acoso comercial, prevalece la basura por doquier, el excremento humano y la ropa que se encuentra tendida entre los árboles que circundan las construcciones es evidente; la hediondez confundida entre el orín y la marihuana, son parte del panorama visual, olfativo y sensorial que acompaña a los visitantes. Es inconcebible que a tan sólo diez metros del gran atractivo que es la Pirámide de “Kukulcán” seamos todos abordados sin parar, por la vendimia que no deja de gritar y que sigue por varios metros a cada visitante ¡menuda cosa!

¡Todo éste insidioso mercadeo, hace que la magia y espectacularidad del sitio se pierdan casi por completo!

La gran Pirámide y el Cenote Sagrado, se encuentran místicamente unidos por una bella calzada que mide unos trescientos metros, pero que es imposible admirarla en todo su esplendor, porque también está inundada con incontables vendedores que ofertan todo tipo de ‘souvenirs’ y hasta pipas de cristal para el consumo de drogas. Aún más, el comercio se extiende alrededor del propio Cenote, donde por cierto, también se observa dentro él, botellas de plástico y otro tipo de basura que empobrece la majestuosidad del venerable pozo acuífero.

No omito mencionar, que en la entrada al sitio arqueológico se encuentra un muy espacioso estacionamiento, que es acompañado por otro edificio hecho ‘exclusivamente’ para la venta de recuerdos de la visita, que es donde por sentido común y justicia comercial, deberían estar todos aquellos mercaderes mencionados.

Es muy lamentable que el gobierno federal, a través de su Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), permita tan penosa situación. Evidentemente y sin duda alguna, existe una confabulación muy bien orquestada entre las autoridades de alto nivel encargadas de Chichén Itzá y un amafiado gremio de vendedores ‘VIP’, para lograr un sigiloso “gana-gana”, con esa tan desbordada situación lucrativa y que pone en desventaja al resto de los comerciantes, tanto de ese espacio patrimonial como los de otros sitios turísticos.

Estando seguro de no ser el primero, pero en mi más alta responsabilidad social y cultural, elevaré mi más sentida queja ante los directivos del INAH, a fin de que se tomen cartas en el asunto, aunque me parece casi imposible un resultado favorable a corto plazo, porque los líderes comerciantes de ese sitio arqueológico y por la corrupta complacencia gubernamental, han generado una especie de derecho de piso casi de carácter irrevocable e imprescriptible. No cabe duda que ¡La inacabable corrupción en México es sistémica, vergonzosa y lastimosa, aún a costa de destruir sin piedad no sólo a las personas, sino hasta la gloriosa magia e imponencia de nuestra cultura ancestral!

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