Viernes, 22 de noviembre del 2024

Pederastas religiosos: ¡Asesinos de su propia fe!

Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar, Especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada.

En términos generales, la pedofilia es una parafilia que consiste en la mera atracción sexual hacia menores de edad (particularmente prepúberes). En tanto que la pederastia, es también es una fijación erótica hacia el mismo grupo etario, pero ésta, si es materializada en perversos abusos o violaciones hacia ellos o ellas. En otras palabras, no todas las personas pedófilas son necesariamente pederastas, ni todas son forzosamente varones.

Obviamente la pederastia religiosa no se ciñe únicamente al credo católico, sino que también son partícipes de estos delitos otras congregaciones teológicas. Sin embargo por los exigentes cánones y votos de castidad a los que, por voluntad propia se someten sus clérigos y otro tipo de vocaciones al completo servicio de Dios, esta filia se hace más patente en la primera. La cual por cierto y a través de la Conferencia del Episcopado Mexicano, reconoció en el 2018, que en nuestro país al menos 152 sacerdotes han sido suspendidos de su ministerio sacerdotal en los últimos 9 años por esos abusos con la misma cantidad de víctimas, pero obviamente la estadística de ‘alzacuellos delincuentes’ y de víctimas es más, ¡mucho más!

¡Son cifras negras que por la misma naturaleza de la inmoralidad sigilosa vinculada a organizaciones religiosas, jamás sabremos! Abona a ello, el encubrimiento de algunos líderes obispales que se resisten, ya no digamos a denunciar estas obscenas actividades, sino de aceptar expresamente que esta realidad permea en su organización de una manera gravosa y que es apremiante atender sus causas, consecuencias y desde luego, darle a la brevedad, una solución tangible a estos lamentables hechos y no una salida meramente monetaria, de insulsas amenazas de “condena eterna” a sus propias víctimas si denuncian, o de un silencioso encubrimiento para quien comete estas atroces perversiones.

Como apuntamos al principio, la pederastia religiosa no es exclusiva de clérigos, sin embargo hemos visto que se ha concentrado la diatriba mediática sólo hacia los varones y por alguna injustificada razón, se ha esfumado el escenario de que infinidad de mujeres dedicadas al pleno servicio religioso participan de tan enfermas conductas, las cuales se son detonantes en colegios o internados católicos, donde también se abusa de niñas o adolescentes, por lo que es necesario iniciar una seria investigación al respecto, en defensa de los más preciados derechos humanos de libertad y seguridad sexual de todas las víctimas de esos siniestros delitos. Estos comportamientos sexuales, además de constituir delitos del fuero común, pudieran encuadrar inclusive en los previstos en la fracción V del artículo 2º, de la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada, según se particularice en cada uno de ellos.

Dicho sea de paso, debemos aseverar que esta no es una crítica malsana (incluso hacia mi propia fe), sino un imparcial posicionamiento criminológico de estos lacerantes eventos que no pueden escapar al análisis de éste y otros temas que al final -justa o ignorantemente-, han lacerado la espiritualidad de muchos creyentes que esperan una respuesta de verdad divina a tanta maldad en el mundo. Este artículo no pretende ser una postura doctoral sobre las causas que pueden llevan a estos seres humanos a cometer esas acciones, sino sólo mostrar un pequeño panorama de otros que existen, para ofrecer desde nuestra óptica, una solución tangible a esta fatalidad social.

Estamos seguros de que se pudieran contabilizar cientos de miles de casos de pederastia religiosa en el mundo, por lo que ante esta situación cada vez más descubierta, con el debido respeto a la autoridad eclesial, consideramos que en el caso de la iglesia católica, el Colegio Cardenalicio presidido por el Papa en turno y en uso de su virtud de la infalibilidad, escuchen emergentemente al clamor mundial (incluso el de cientos de sacerdotes y religiosos) de abrirse al matrimonio opcional para todas y todos los que han hecho votos de castidad y vuelvo a insistir: “opcional” para quienes así lo deseen (además del diaconado que si lo permite en algunos casos), en ese amor profundo de abrazar su vida al servicio del amor en todas sus manifestaciones divinas.

¡Es más honesta y digna de fe irrefutable e indestructible, una iglesia que no sólo acepte la realidad delincuencial o pecadora de algunos de sus pastores, limitándose a tan sólo pedir frívolas e históricas disculpas públicas por esos execrables hechos, sino que verdaderamente coadyuve proactivamente en las labores de investigación y reparación, poniendo así, un freno solucionador para quienes por esas aberrantes conductas, asesinan la esperanza de miles de sus feligreses!

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