#Opinión: La Epidemia Cristalera

Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar. Especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada.

Con motivo de las diversas especializaciones que brindamos en materia de Delincuencia Organizada y Política Criminal, en el año 2014 se realizó una seria investigación de campo en ciudad Juárez, la cual se replicó más de cinco veces en la capital del Estado y que posteriormente la pudimos cotejar con algunos datos oficiales, encontrándonos para nuestra sorpresa que de cada 100 indigentes que deambulan por las calles, 92 se encuentran en tal situación por su terrible adicción a las drogas, correspondiendo el 33% a mujeres ¡Reitero, en el 2014!

Analizando a conciencia esa numeralia, caeremos en la cuenta de que esta es una realidad profundamente desgarradora, por el alto nivel de dependencia que se ha desatado en nuestra sociedad principalmente desde los años 90s’. Para el 2020, la obsesión por las drogas duras como el cristal, el fentanilo, la cocaína, la heroína y la morfina, se ha incrementado a niveles exponenciales, las cuales producen -independientemente de las conductas delictivas-, severos trastornos mentales o hasta irreversibles daños psicóticos (antes llamadas ‘locuras’). Respaldando lo anterior, la Encuesta Nacional contra las Adicciones, informó que del año 2010 a 2017 el consumo de drogas en México creció en un 300% y para el 2018, aumentó hasta en un 260%.

Con esa imparable vorágine del narcotráfico, es muy deprimente ver en los primeros cuadros de cada ciudad del país, a mujeres y hombres que han sido asfixiados por esta epidémica monstruosidad que ha destruido no sólo a la juventud, sino hasta nuestra niñez mexicana; pequeñines de tan sólo siete años de edad deambulando por calles citadinas o en colonias de extrema pobreza ¡Niñas y niños expuestos a merced de un mundo delincuencial sin entrañas, que no da tregua ni respeta edades!

Debemos saber, que son dos las drogas sintéticas que por sus características y facilidad de adquisición están en auge, principalmente entre los adolescentes y jóvenes: el cristal y el fentanilo (sin descartar obviamente, las ya mencionadas). Ambas con un poder de destrucción superlativo, las cuales además, en los últimos meses han tenido una vertiginosa demanda que es casi imposible desterrarlas entre sus consumidores, por eso las cruentas pugnas entre los 37 Cárteles reconocidos como tales en México: por el control de ese mercado.

Definitivamente, el consumo de drogas no sólo es un fenómeno socio-delincuencial, sino un grave problema de salud pública con todas sus implicaciones macroeconómicas, que están creando un territorio fértil para la pobreza extrema que de por sí, ya rebasa a los 53 millones de sus habitantes.

Pero es el cristal, la droga que desde el 2010 ha producido la más cruel indigencia nunca antes vista. ¡Vivimos una silenciosa epidemia de cristal que destruye no sólo tejido, células y neuronas de una persona, sino que demuele a toda una sociedad; neurotizando todo a su paso y de la cual, no hay cura! ¡No la hay, mientras continúe a través de los vacíos de poder, el inexistente combate de los gobiernos en turno! Es muy lamentable reconocer que la droga se está convirtiendo en la segunda moneda de cambio más importante de México.

Aunque se lea reiteradamente demagógico, la solución está en cada una o uno de nosotros. Recordemos que ciertamente ¡no somos culpables de los males sociales, pero si somos responsables de ellos!, por ello tenemos que actuar de manera inmediata. Entre otras urgentes soluciones de carácter público, iniciando en el hogar al no permitir conductas delictivas o violentas dentro de él. ¡Debemos amar en el respeto, para disciplinar a tiempo en el amor! ¡México y nuestro estado, no necesitan una indigencia de cristal, sino una nueva extirpe de personas cabales, valientes y unidas que construyan una nueva civilización de paz y orden social!