Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar, especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada

Como ya todos sabemos, a partir de esta semana nuestra entidad federativa entra en una fase crítica con la pandemia del Coronavirus, con los graves efectos físicos y las medidas preventivas establecidas. Sin embargo, las consecuencias emocionales no pueden dejarse de lado, no sólo en las personas que desgraciadamente han sido alcanzadas por esta enfermedad, sino por el resto de la comunidad. Por todo ello, se vuelve indispensable que todas y todos, mantengamos un perfecto control de las emociones, principalmente en esta cuarentena obligada, que cada día se convierte en más forzosa y muy difícil para quienes la están cumpliendo al pie de la letra.

La inteligencia emocional es la extraordinaria capacidad de una persona, para poder conocer, comprender, controlar y modificar las emociones humanas, mediante su correcto manejo y perfecto equilibrio, ya sean propias o ajenas. Éste es el mejor antídoto contra las afectaciones psicológicas y hasta fisiológicas que trae consigo esta crisis mundial, que ya es considerada el látigo del siglo XXI. Dentro de esa gran fortaleza emocional necesaria, también abarca comprender verdaderamente que significa ‘QUEDARNOS EN CASA’.

Para empezar a desterrar paulatinamente este virus, debe existir una muy seria obligación individual; la cual necesariamente se convierte en una responsabilidad familiar y finalmente en un deber social, protegernos y proteger a las y los demás, de los daños que origina este contagio masivo. Esta no es una campaña insidiosa o mediática inventada por un gobierno para molestarnos ¡No! Simplemente, es una urgencia de carácter mundial, la cual consiste no sólo en atrincherarnos en aquella, sino atender -dentro y fuera del hogar- todas las medidas sanitarias que han dictado nuestras autoridades y dejar de politizar neciamente sobre este terrible mal que es real y que ha dejado por el mundo una estela de muerte y destrucción aún no cuantificada.

A casi nadie nos gusta estar ‘encerrados’ en casa por tanto tiempo y menos de esta manera. Esto consecuentemente nos genera altos niveles de estrés que pueden desencadenar en conductas agresivas leves o altamente violentas. Por eso desde nuestra perspectiva, brindamos respetuosamente las siguientes 9 PROPUESTAS para mantener la calma, la tolerancia y la ocupación proactiva en el hogar. Todas dentro del contexto de la esperada inteligencia emocional: actividades que nos ayudarán a reducir esos grados de alteración de las emociones, por sentirnos obligados a un cambio radical de nuestras actividades rutinarias y de confort personal:

1. Allegarse de información positiva que estimule nuestras emociones de la misma manera, evitando información falsa o alarmista sobre la de por sí, ya delicada situación.
2. Dimensionar con claridad el problema sin magnificarlo neuróticamente (ansiedad), pero comprendiendo proactiva y necesariamente la importancia de atender puntualmente las medidas dictadas por la autoridad pública, que son en base a la experiencia de otros países azotados por éste flagelo.

Dicho sea de paso, la proactividad es la correcta actitud anticipatoria de una persona, para tomar un rumbo orientado al cambio ante diversas situaciones que pueden ser adversas y que, en vez de sólo reaccionar ante ellas, implica tener el control y hacer que las cosas buenas sucedan, en lugar de simplemente ajustarse a una situación o esperar a que pase algo.

• No sólo ocuparse en tareas propias del hogar, sino mantener la calma con reflexiones, mensajes positivos y actitud resiliente frente al problema de salud pública que tenemos. La resiliencia es la gran fuerza que tiene una persona, para superar plena y proactivamente la adversidad que ha padecido o los impactos emocionales que ha sufrido; capitalizarlos y ayudar a otras a hacer lo propio.
• No solo ocuparse en “matar” el tiempo viendo series televisivas, películas, chatear todo el día, el uso de videojuegos, etc., sino procurar leer, escribir o bajar de internet reflexiones que alimenten el alma y el espíritu. ¿Y por qué no?, compartirlas en familia.
• No poner películas nostálgicas o de corte fatalista, porque finalmente estas empeorarán nuestra situación. De igual forma recomendamos, evitar escuchar música depresiva o aquella que nos altere la psique.
• Si necesariamente tenemos que salir, mantener la distancia indicada para con el resto de las personas, tratando de regresar de inmediato a casa con las más estrictas medidas de limpieza obligadas, para regresar a ella.
• Educarnos y educar a nuestros hijos e hijas, sobre la dimensión de la situación pandémica, sin asustarlos, pero sí inculcándoles la importancia del ‘Compromiso Social’ y el ‘Respeto’ a la dignidad y espacio de las demás personas.
• Uno o dos días antes, realizar una agenda en familia para la realización de actividades dentro del hogar (recordemos que ¡no todo es limpiar la casa!), como la promoción de juegos de mesa o hacer ejercicio o deporte; planes para cocinar o de crear inventos productivos para el hogar; horas de televisión y tiempo de estudio; espacio para recuperar la espiritualidad y hasta de innovar fiestas en casa (sin invitados externos, obviamente). Incluso, de ser posible, la instauración de ‘premios’ para las mejores creaciones o tareas asignadas (Los cuales serán artículos de la misma casa o hasta planes reales para un futuro inmediato).
• Finalmente, y de las más importantes, razonar que no podemos recibir visitas en casa ni hacerlas nosotros, con la insulsa inocencia de que “Al cabo hay confianza” o “Somos de la misma familia: no pasa nada”.

Ahora sí y sin vacilaciones, tenemos frente nosotros al más grande desafío de una nación en esta última oportunidad de vida; ¡Unirnos todas y todos, con la gloriosa victoria frente a esta pandemia o llorar por siempre la derrota en la primera batalla, sin haberlo intentado jamás!