Por: Lic. Psicóloga María Magdalena Urbina Yussim

A lo largo de estos artículos hemos estado analizando diversos aspectos que han afectado nuestras conductas y emociones durante la contingencia que estamos viviendo. Si bien, toda la sociedad se ve afectada por este fenómeno, existen grupos particularmente vulnerables: por edad (niños, adolescentes y ancianos), grupos minoritarios (etnias y otras minorías por orientación sexual, religión, etc.), personas con antecedentes de enfermedades físicas y/o psíquicas; vulnerabilidad económica; antecedentes traumáticos y los equipos de respuesta inmediata a la crisis (médicos, enfermeras, personal hospitalario, socorristas, policías, psicólogos, personal forense y de funerarias).

Como sociedad tendemos a dar por sentado que este último grupo (equipos de respuesta inmediata a la crisis) de alguna manera son inmunes al impacto psicológico de la epidemia ya que “es su trabajo”, pero la realidad de las cosas es que la exigencia de este evento sin precedentes requiere una capacidad de respuesta que exige reacciones concretas y rápidas dejando de considerar que son seres humanos con los mismos temores, inquietudes y debilidades de cualquier persona.

La expectativas depositadas en este personal son extra de estrés con el que tienen que lidiar, de ellos se espera infalibilidad y autocontrol en cualquier circunstancia, sin considerar el cansancio, trabajar con ropa especial (que nunca había sido necesario y la cual dificulta desarrollar necesidades como tomar agua, ir al baño, etc.), miedo a contaminarse, aislamiento de sus familias, además de las situaciones particulares que pueda afrontar cada uno de ellos. Si a esto sumamos que el miedo y la ignorancia de algunas personas los vuelven blanco de agresiones y discriminación, podemos ver que no la tienen nada fácil.

Si tomamos en consideración todos estos factores, resulta mucho más claro ver el “porque” de su vulnerabilidad. Desgraciadamente, son también los que menos oportunidad tienen de buscar los apoyos de instancias que les permitan mantener una higiene emocional adecuada cayendo así en un círculo vicioso. Donde el exceso de exigencia propicia o agrava condiciones como la ansiedad y/o depresión, al mismo tiempo que dificulta encontrar el espacio para su autocuidado.

De aquí surge la importancia de encontrar mecanismos que les faciliten acceder a instancias o herramientas de atención requeridas.

Pero entonces ¿Cómo podemos como sociedad apoyar a estos grupos de primer impacto? Empatía, solidaridad, confianza y aceptación de la condición humana que están viviendo; entendiendo que las personas más cuidadosas y conscientes ante esta situación son ellos por lo que resulta ilógico pensar que nos representan un peligro por el hecho de verlos fuera de un hospital y no como las personas que hacen frente a esta batalla.

Por citar un ejemplo más reciente, si bien todos nos vimos restringidos el día de ayer en el día de las madres, las personas de este grupo se vieron totalmente aislados y alejados de sus madres y/o de sus hijos, siendo este solo uno de los sacrificios que hacen por nosotros.

Por mi parte aporto un pequeño granito de arena y sé que no soy la única (otros colegas lo están haciendo). Me pongo a disposición para atender contención en crisis de manera gratuita.

Todos juntos vamos a salir de esto.

Psicóloga María Magdalena Urbina Yussim, Terapia presencial y a distancia (online) individual o grupal, cursos, talleres y conferencias, así como experiencia en atención en crisis.
Contacto: Cel. 614–182-4995
https://www.facebook.com/magdalenaurbinay/