Cuando la increíble y triste historia de la cándida Eréndira se vuelve real

“Tengo vidrio molido en los huesos”. Seis meses después de acostarse con los hombres que su abuela conseguía en el desierto, Eréndira estaba agotada, caminando dormida y resignada bajo el sol. Una adolescente destruida por dentro. “Tengo vidrio molido en los huesos”, le comentó a su abuela. La vieja, sin ningún remordimiento o cargo de consciencia, le ordenó dormir.  Esta es la historia ficticia de Eréndira, una preadolescente que es prostituida por su abuela para pagar los destrozos de la mansión familiar que la nieta incendió por accidente. Eréndira y su abuela desalmada recorren los pueblos del desierto buscando hombres que paguen por el cuerpo de la niña, y en esa travesía se encontrarán con contrabandistas, políticos corruptos, soldados desesperados y todo el universo mítico que gira en torno al Caribe guajiro. Es uno de los cuentos más elogiados de la narrativa breve de Gabriel García Márquez es “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”. 

Este cuento lo leí en mi adolescencia, allá a principios de la década de los dos mil, y más de 15 años después una fotografía la trajo vivida en mi memoria, más que una fotografía para mí fue como si se tratara de una imagen ideada perfectamente, para ilustrar las atrocidades de la vida de Eréndira; era la mañana del 9 de marzo de 2023, unas horas antes había marchado junto a miles de mujeres de mi ciudad para exigir justicia y denunciar todo tipo de violencias hacía nuestro género, había documentado con mi cámara y una crónica lo ocurrido ese día que culminó con la quema de las ventanas de Palacio de Gobierno, y en los periódicos estaba la fotografía de Ximena Silva de apenas  21 años de edad, quien había comenzado una odisea con su desaparición en junio del 2022, cuando desapareció en el centro de la ciudad de Chihuahua mientras se dirigía a hacer unas compras. En la foto parecía apenas una niña, una adolecente de no más de 12 años, un atadito de huesos recostada boca abajo en un colchón insalubre, entre un nido de cobijas sucias, golpeada y totalmente vulnerable. Al ver su imagen pude ver a la pequeña Eréndira, al igual que ella, Ximena había sido prostituida  a la fuerza en las calles del centro a unos metros de los tres poderes del estado, víctima de una red de trata de personas que opera en el primer cuadro de la capital del estado, al igual que ella su cuerpo no había soportado el abuso, la desnutrición, los golpes.

La historia de Eréndira, la fotografía de Ximena, son parte de la escaza información que sale a flote acerca de la trata de personas y las víctimas de violencia sexual, lamentablemente hay niñas y mujeres que viven en carne propia las atrocidades que solo fueron ficción en la novela de García Márquez, y es que según cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), entre el 1 de agosto de 2017 y el 31 de julio de 2021 se identificaron 3 mil 896 víctimas de los delitos en materia de trata de personas en nuestro país, de las cuales un 75.3 % (2934) corresponden a mujeres y un 20.4 % (798) a hombres. En 2019, la capital del país (211), el Estado de México (85) y Chihuahua (78) son las tres entidades con la mayor incidencia del delito de trata de personas, con 374 carpetas de investigación, que representan 55% del total de indagatorias abiertas. Y según la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés), la  cifra de víctimas de trata de personas aumentó un 67.3% en México de 2020 a 2021.

La CNDH  señala que la mayoría de las víctimas identificadas son personas adultas, representando el 73%, en contraposición, el 27% son niñas, niños y adolescentes. La desagregación sexual de esta información revela que, en el caso de las mujeres víctimas, las personas menores de 18 años de edad representan el 25%, pero para los hombres víctimas, niños y adolescentes suman el 37%. Y explica que en el  contexto de pandemia de COVID-19, un número amplio de mujeres perdió sus medios de sustento por la crisis económica que ésta generó, ya que el empleo de las mujeres corrió un 19 % más de riesgo durante esta crisis sanitaria que el de los hombres. Lo que conlleva a su vez a una situación de mayor probabilidad de ser objeto de trata con fines de explotación laboral o sexual.

En Chihuahua existe actualmente un registro de 77 carpetas de investigación por el delito de trata de personas, de acuerdo con la información proporcionada por la Fiscalía General del Estado del 2020, a junio de 2022.

Y si bien la trata de personas puede derivar no sólo en violencia sexual, se sabe por cifras de la misma CNDH que en nuestro país la principal forma de explotación es sexual con un 50% de los casos, seguida por los trabajos forzados con un 38 %, reclutamiento para actividades criminales 6 %, mendicidad 1.5 %, matrimonio forzoso 1 %, formas mixtas 1 % y venta de bebes y extracción menos del 1 %.

Lamentablemente la violencia sexual no está presente sólo como  una variante de la trata de personas y según cifras de ONU México en 2018, 711 mil 226 mujeres fueron víctimas de delitos sexuales en México: 40 mil 303 sufrieron una violación sexual y 682 mil 342 mujeres fueron víctimas de hostigamiento, manoseo, exhibicionismo o intento de violación. Y para el cierre de 2022, en México la violencia contra las mujeres había alcanzado  cifras históricas se contabilizaban 23 mil 102 investigaciones por el delito de violación las cifras más altas desde el 2015, según números del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Y las víctimas de corrupción de menores también alcanzaron su máximo histórico en 2022, con mil 910 casos, un incremento de 69% en comparación con 2015, cuando se reportaron mil 128 casos.

La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 es la quinta entrega de la serie estadística que informa sobre la situación de violencia contra las mujeres en México generada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el marco del Subsistema Nacional de Información de Gobierno, Seguridad Pública e Impartición de Justicia. Y según sus cifras de 2021 estima que, en el estado de Chihuahua, 50% de las mujeres de 15 años o más, experimentaron algún tipo de violencia  sexual a lo largo de la vida y 23.1 en los últimos 12 meses. Mientras que 20.3% de las mujeres de más de  15 años han vivido situaciones de violencia sexual a lo largo de la vida escolar. Mientras que 14.8% ha experimentado violencia de tipo sexual en los últimos 12 meses. Por otra parte 42.1% de la población de mujeres de 15 años o más  situaciones de violencia sexual en el ámbito comunitario a lo largo de la vida. Mientras que 18.7% ha experimentado violencia sexual en los últimos 12 meses.

Estas son las cifras oficiales, números que se escriben y se cuentan, que muchas veces se desestiman y en la mayoría de los casos se olvidan. Pero lo que no hay que olvidar es quede tras de cada uno de esos números hay mujeres, niñas apenas que son violentadas sexualmente, a veces y con suerte en una sola ocasión, otras a lo largo de su vida o por periodos extensos de años, muchas veces dentro de secretos familiares o amenazas de conocidos, pero otras a los ojos de las autoridades que poco han llegado a hacer. Estas cifras son las más recientes que hay pero no significan que este problema social, lacerante para la vida de las mujeres a las cuales se les excluye de toda dignidad, sea reciente.

Hace 20 años ya que Lourdes González trabajaba como docente en una telesecundaria de  colonia Abraham González de Delicias y recuerda perfectamente a una de sus alumnas, de la cual obviaremos su nombre, era la primera en llegar con frecuencia se notaba triste, una mañana la encontraron envuelta en llanto aferrada a la baranda de la escuela, había pasado la noche a las puertas de la institución educativa, único lugar seguro que conocía. Y es que prefería el frio de la intemperie que la boca de lobo en que se había convertido su casa; luego de que su madre hubiera caído en un hospital psiquiátrico las violaciones por parte de su padre si hicieron presentes día con día; las maestras tomaron cartas en el asunto y la llevaron las autoridades de seguridad, una de ellas tomó su custodia temporal y se trató de alejar al padre, pero este le hacía llegar mensajes con otros alumnos o vecinos, en fin vivían en una comunidad pequeña, y el padre nunca tuvo prisión preventiva, pues él era el sustento de sus otros hijos. El hostigamiento llegó a tal grado que la joven decidió volver a su hogar contra todo pronóstico y advertencia, además de la violencia sexual, ella ya era víctima de violencia psicológica también.

“Muchas veces ni las mismas mujeres tienen comprendido el tema (la violencia sexual), hace unos años hicimos un trabajo con  mujeres adultas que habían sido adolescentes embarazadas, y fue algo terrible encontrar que en la entrevista profunda, estas mujeres,  se percataban  que habían sido víctimas de violencia sexual” nos cuenta Martha González Coordinadora del Centro de Atención a la Mujer Trabajadora A.C  “Las crisis y conflictos (hablando de narcotráfico) agravan la situación de las mujeres y no es sorpresa que nuestro estado, tenga  una persistencia importante en violencia sexual, podemos ver en los pueblos de la sierra y de la ciudad las niñas rarámuri afuera de las cantinas, estas niñas son víctimas seguras de la violencia sexual.

“Estamos a nivel nacional  en una discusión amplia acerca de la prostitución,  pues hay quien pide que se apruebe como trabajo. Pero la prostitución tiene un déficit legal para ser considerado trabajo,  hay quien alega que es una manera de proteger a las mujeres pero  nosotras, en el Centro de Atención a la Mujer Trabajadora A.C , sabemos que  son víctimas de diferentes tipos de violencia, es como validar que están metidas en un asunto de violencia sexual y que la prostitución está ligada también, íntimamente,  con el tema de la trata”.