Por: Mtro. José Carlos Hernández. Aguilar. Especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada.

En diciembre de 2019, en una universidad privada del hermoso estado de Jalisco, tuvimos la oportunidad de impartir un Módulo muy controvertible pero no menos interesante, dentro de la especialidad en Delitos Sexuales. Nuestro tema se llamó “La Pornografía y su Impacto Delincuencial”. Dentro del cual la definimos como toda representación sensible y significativa que, de manera gráfica y explícita, proyecta actividades sexuales de todo tipo, provocando en la persona receptora ciertos estímulos o conductas sexuadas que, de no controlarse, pudieran convertirse en altamente adictivas.

Como parte del desarrollo académico frente a los penalistas y criminólogos presentes, analizamos algunas afectaciones psico-físicas en el uso y abuso de cualquier contenido pornográfico, entre estas:

1. Es que, en periodos permanentes de visualización pornográfica puede haber un daño a sus conexiones neuronales.
2. La pornografía está relacionada con la intensa estimulación del sistema de recompensa del cerebro frente a estímulos externos, liberándose consecuentemente dos neurotransmisores encargados de brindar placer: La dopamina y la oxitocina y al no estar frente en ese momento frente al objeto adictivo, se puede llegar a la ansiedad y en una falta salud mental mucho más pobre, por pretender estar más expuesto a aquella.
3. Al no estar en contacto con esas impresiones gráficas y sensoriales, se crea un síndrome de abstinencia, porque ya en éste caso, el cerebro está programado para lograr excitación sólo con ese material sensible. Es lo que algunos estudiosos le llaman “Cerebro Porn Brain” (Cerebro Pornográfico).
4. Con su abuso puede crearse una disfunción sexual de corte mental, al no estar en contacto en ese momento paroxístico con aquellas imágenes o videos emisoras de proyección sexual.
5. Se pueden presentar algunos trastornos del sueño como insomnio (no poder conciliar el sueño), parasomnia (pesadillas) o hasta hipersomnia (dormir en exceso).
6. Además, por la liberación de esos neurotransmisores, se pueden generar trastornos alimenticios compulsivos.

Esa necesidad excesiva por comer, trae como consecuencia una afectación a su autoestima, creándose lazos emocionales o afectivos con un mundo ilusorio, donde la masturbación u onanismo es lo primordial. Entonces se rompen las relaciones afectivas reales con las personas de su entorno, principalmente las de pareja.

• Se crean niveles sobrepasados de una sexualidad muy ilusoria, fantástica o sobre idealizada, que el estar materializándola posterior y normalmente en un acto sexual con otra persona, puede darse el caso de no consumar un clímax de satisfacción sexual en plenitud, al no poder empatar la realidad vivida con su fantasía mental, es entonces cuando se puede llegar a delinquir, por esa inacabable vaciedad que a la postre trae consecuencias irrefrenables.

Ahora bien, en cuanto a los niveles en el consumo de material pornográfico dentro de un encierro prolongado -voluntario o forzoso-, traen como consecuencia, lo que llamamos un Ermitaje Mental, el cual “Es una sintomatología en la que una persona se extrae de su mundo exterior, para vivir mental o socialmente en un completo aislamiento temporal o permanente, como consecuencia de una grave patología mental, por una reclusión voluntaria o forzosa”. Una reclusión obligada por su naturaleza de por sí ya es muy estresante, pues ahora con motivo de esta fuerte medida que se ha originado como directriz principal en el control de salud pública, por la incontrolable dispersión del Coronavirus, esto también produce consecuencias a las personas en su contexto sexual, con algunas de las características siguientes:

1. Se incrementa exponencialmente el consumo a cualquier contenido erótico al que se tenga acceso, precisamente por la abstinencia sexual en sí misma y con manifiesta particularidad hasta en un 60% en los hombres y el 40% restante en las mujeres.
2. Al no estar en contacto con imágenes o videos de esa naturaleza, se incrementa el estrés emocional, consecuentemente las agresiones físicas o verbales dentro de casa. Con un dato del 65% de los varones en contra de las mujeres y en un 45% en las mujeres en contra de aquellos.
3. Al no estar en contacto sexual con el resto de las personas (principalmente con su pareja sexual), se entra en una catarsis o crisis emocional que la lleva a recurrir con más frecuencia a la masturbación u onanismo, creándose posteriores culpas, depresión, cuadros de ansiedad o actos imprudentes como salirse de casa, tomar alcohol en exceso o nuevamente la presencia de los desórdenes alimenticios.
4. En una pandemia como esta que pareciera no terminar rápidamente, pueden presentarse fuertes neurosis obsesivas (o trastornos de la ansiedad), por lo que pudiera ser que una relación sexual genere un cierto bloqueo inicial, sentimientos de culpa, no lograr el clímax en el acto sexual, así como la hipervigilancia de síntomas fisiológicos tras haber mantenido un coito, etcétera.

Debemos apuntar que las apariciones de estos nuevos miedos son normales, pero pueden y deben ser superados paulatinamente por las personas que han cumplido una cuarentena o reclusión.

Asimismo, es necesario aprender a manejar todas nuestras alteraciones mentales de una manera constructiva, a través de la esperada Inteligencia Emocional y esta se entiende, como la extraordinaria capacidad de una persona, para poder conocer, comprender, controlar y modificar las emociones humanas, mediante su correcto manejo y perfecto equilibrio, ya sean propias o ajenas. ¡Dirijamos pues nuestros pensamientos en cosas y situaciones proactivas, para que nuestras emociones impulsivas cambien drásticamente de destino!

¡Y al final, la pornografía es simplemente la sensualidad vacía a la que le hace falta el principal ingrediente: ¡La inteligencia, para no enturbiar ni apocar una gran pasión erótica, que puede ser el idilio de una vida plena y feliz!