Mujeres de Chihuahua, codo a codo, toman calles y edificios… y prenden el fuego del hartazgo social
Chihuahua.- En punto de las cuatro de la tarde madres, abuelas, hijas, todas mujeres, se dieron cita en la glorieta a Pancho Villa. Así hubiera comenzado esta crónica si la manifestación de hoy hubiera tomado el rumbo acostumbrado, pero este no fue el caso y las manifestantes tomaron, por primer año TODOS los edificios de los poderes del estado: el Congreso, el Palacio Municipal y el Palacio de Gobierno que ardió en las llamas del descontento social que surgió de entre los sueños frustrados de miles de mujeres de todas las edades que han perdido la vida y de las los corazones cansados de llorar de sus familias.
Primeramente, permítame apuntar, estimado lector que a esta marcha se presentaron no menos de unas 15 mil mujeres, armadas de pancartas, spray y furia, mucha furia. Las banquetas de la avenida Universidad se fueron pintando de consignas y denuncias, a violentadores, violadores y feminicidas.
Al llegar la vanguardia del contingente a la voz de: “Señor, señora no sea indiferente. Se mata a las mujeres en la cara de la gente”, la cola de la marcha salía apenas de la Glorieta. En este punto la marcha se dividió en dos: algunas se plantaron en Palacio de Gobierno y otro grupo se enfiló hacia la Plaza de Armas.
Marchando sobre la calle Libertad, comenzaron a corear consignas feministas cómo “…no somos diez, pinche gobierno, cuéntanos bien” y “vivas se las llevaron, vivas las queremos”. Llegaron a la Plaza de Armas y dieron una vuelta situándose al frente del Congreso del Estado, que pagó con palos y piedras las políticas inflexibles a favor de los derechos de la mujer. Colgaron un torso falso y emprendieron el paso hacia el Palacio Municipal, en dónde vidrios y puertas cayeron, como esperaban las manifestantes que cayeran quienes las violentaron.
En Palacio Municipal se dieron una serie de posicionamientos políticos por parte de los diferentes grupos feministas que organizaron la marcha. Luego muchas regresaron a Palacio de Gobierno, en donde las paredes y los escalones mostraban los nombres de violadores, abusadores, golpeadores y maltratadores de mujeres.
Ahí mientras las últimas manifestantes se aferraban a los alféizar de las ventanas, desde dentro de Palacio personal de seguridad descargó el contenido de los extintores del edificio. Luego desde el balcón un agente de seguridad lanzó un artefacto explosivo, probablemente con la intención de dispersar la manifestación. A esto el contingente arremetió con fuego y prendió tres ventanas.
Rápidamente, un grupo de seguridad de Palacio salió con extintores para apagar las llamas que estuvieron muy lejos de esparcirse. Las mujeres, muchas menores de edad, les hicieron frente e incluso uno de ellos tomó una tabla de madera y estuvo a punto de arremeter a golpes contra ella, pero al verse exhibido por las cámaras presentes se retractó.
Unos pocos minutos después, dos bomberas llegaron a Palacio junto con Gilberto Loya, el Secretario de Seguridad Pública Estatal en persona, vestido de riguroso uniforme de operativo, incluido chaleco antibalas y máscara de gas. Para, unos instantes después de su llegada, perseguir a un par de adolescentes por la Calle Libertad, sólo para parar cuando notó que detrás de él se precipitaba un nutrido grupo de reporteros, celular en mano realizando transmisiones en vivo.
Al final, un grupo de policías antimotines se apersonó en la Plaza Hidalgo a un lado de Palacio, para dar media vuelta al llegar a la esquina con Aldama. Las manifestantes se dispersaron con sus pancartas de la mano de sus hermanas, amigas, abuelas, novias, madres, hijas; con un resentimiento sordo: si con la misma rapidez, con la que socorrieron un edificio de piedra, asegurado por ser un bien histórico, se atrevieran a defenderlas de violadores y feminicidas, ningún vidrio se hubiera roto.
Si usted, lector, llegó a este punto sólo le dejó un dato: Chihuahua se posicionó, en 2022, en el número 5 nacional en cuanto a homicidios dolosos en contra de mujeres, con 166 crímenes de este tipo, con una tasa de 8.50 asesinatos dolosos de mujeres por cada 100 mil habitantes de este sexo.