#Opinión: El video juego real en México: ¡Matar policías!
Por José Carlos Hernández
Después de haber aprobado con éxito los requisitos propios para su ingreso, entre ellos sus exámenes de confianza, finalmente Javier entró a su academia de formación inicial para alcanzar su gran deseo: ser Policía Ministerial. Por lo que desde junio del 2014, el agente Ontiveros Reyes se distinguió como un elemento con gran vocación de servicio. Fue tan vertiginoso su buen desempeño, que en muy poco tiempo se convirtió entre otros encargos, como coordinador del grupo de reacción de la Policía Ministerial, comandante del mismo cuerpo policial en algunas localidades del Estado, hasta que hace justo una semana, unos vulgares delincuentes decidieron truncar su rápido ascenso personal y profesional, privándolo de la vida junto con otro de sus compañeros, en una cobarde emboscada en la carretera que conduce de la capital a ciudad Aldama. Así, en el máximo cumplimiento del deber terminó la vida de un joven policía, con apenas cinco años de servicio; tres meses de feliz matrimonio y una exitosa carrera policial, donde participó en varias importantes investigaciones, operativos, detenciones y demás tareas propias de su excelente servicio a la sociedad.
Nunca se imaginaría que fuera a engrosar tan rápido, la horrorosa espiral ascendente de policías asesinados, pero desgraciadamente Chihuahua sigue ocupando los primeros lugares en ese rubro en esta inacabable batalla contra el crimen organizado, por lo que de acuerdo a datos oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en lo que va la administración del gobernador Javier Corral, ya se cuenta con 100 policías ejecutados, siendo en nueve municipios donde se concentra la mayoría de ellos: Chihuahua, Juárez, Bocoyna, Valle de Zaragoza, Madera y Gómez Farías, en ese orden y que dicho sea de paso, los homicidios contra la Policía Ministerial ocupan un 37% en la entidad.
La información presentada por ese organismo público; así como por la asociación civil ‘Causa en Común’ y otros archivos periodísticos, señalan que en Chihuahua perdieron la vida 44 elementos policiales en 2017; 28 en el 2018 y en el presente año han caído 28 elementos de las diferentes corporaciones policiales, con un total de 100 elementos asesinados. Asimismo y como número global nacional, en los últimos tres años han fallecido 1´304 policías, obviamente sin contar militares y los de la Guardia Nacional.
Sin duda alguna, ¡Matar policías se ha convertido en una verdadera masacre imparable en México; una aberrante humillación histórica hacia las fuerzas del orden y una burla encarnizada hacia su dignidad, donde poco o nada importan sus derechos humanos, ni mucho menos los de sus familias!
Obviamente no podemos omitir mencionar, que muchísimos elementos de las corporaciones policiales se encuentran directa o indirectamente ‘enrolados’ en el oscuro y sanguinolento mundo de la delincuencia común u organizada; al grado de traicionar o ‘poner’ fríamente a sus propios compañeros, convirtiéndose en imperdonables asesinos de sus hermanas o hermanos azules, tal y como lo hemos enfatizado en diversos espacios.
Pero por otra parte y por justicia histórica, la sociedad en su doble ‘moralina’, no debería criminalizar, discriminar y satanizar, al resto de las y los que por amor a su uniforme, han demostrado su verdadera vocación al servicio de ella misma y así comprender con imparcial análisis, que ¡pertenecer por amor a las fuerzas de seguridad es realmente un doble sacerdocio, porque además de la correcta obediencia a la ley y a sus superiores, se renuncia a su tiempo y a su espacio, a su familia y a sus amistades y finalmente, hasta su propia vida, por cumplir una vocación a quienes muchas veces, nunca le conocerán ni agradecerán el sacrificio hecho por una sola motivación: servir a la nación.
Más aún y sin distingos de absurdo partidismo, estamos completamente seguros que ¡justo en el momento en que el gobierno entienda sin miedo, que LA POLICÍA, como la más sagrada de las instituciones de respeto y orden social, NO ES EDECÁN DE NADIE -y mucho menos del crimen organizado-, devolviéndole así las facultades que por derecho le corresponde, ese día iniciará en nuestro país, un nuevo ordenamiento de responsabilidad integral, honestidad y control social en las tareas de prevención, investigación y combate real contra ese maldito cáncer delincuencial, en el que por desgracia, todos hemos colaborado para convertirlo en una incurable metástasis social!
Definitivamente las estrategias nacionales y locales en materia de seguridad pública; así como la propia legislación y demás protocolos en el modelo del uso de la fuerza policial, tienen que adecuarse a esta mortífera realidad mexicana, que está matando inmisericordemente a las y los encargados del orden social. ¡Los hacedores de esas leyes y reglamentos, tienen que salirse a la brevedad de sus áreas de elegante confort y bohemia política, para que con extrema urgencia, sean más combativos y menos débiles contra ese crimen que los ha arrodillado como un nauseabundo limosnero que pide caridad, recibiendo sólo burlas y golpes bajos, de una delincuencia que no entiende ni de abrazos ni de razones!
¡En un sincero y justo homenaje, a todas y todos aquellos héroes de ‘sangre azul’ que han ofrendado su tiempo, su espacio y su propia vida, en el cumplimiento de su máximo deber: servir, proteger y defender a la sociedad, aunque esta no los reconozca y que están en espera, de por lo menos una pequeña oración!