Viernes, 22 de noviembre del 2024

#Opinión: Psico-sociología de las manifestaciones feministas

Por José Carlos Hdez. Aguilar y Delincuencia Organizada. Especialista en Investigación Criminal

En éste sucinto apartado y por la delicadeza del tema, trataré de ser lo más objetivo posible, toda vez que la manifiesta polarización que envuelve este fenómeno social no puede escapar a nuestro serio análisis criminológico, so pena de que por ser desarrollado por un hombre, para algunas personas pudiera tener tintes de parcialidad ¡Lo siento quien así lo piense!

México ocupa el despreciable 2º sitial en el mundo en materia de feminicidios (sólo superados por Brasil), lo que con ya ese dato nos convierte en un país de terror, no sólo para las mujeres sino para el resto de sus habitantes, acrecentándose esa numeralia con casi 3´000 delitos de esta naturaleza tan sólo en el 2019. Sin duda alguna, ¡las políticas educativas, legislativas; de prevención y persecución del delito; de impartición de justicia y de ejecución de penas, han sido completamente desastrosas para nuestras niñas, mujeres adolescentes y adultas! ¡En otras palabras, todo se está haciendo mal!

Por ese caldo de errores instaurados laxamente en las políticas criminales desde los años 90s’, contra el flagelo de odio hacia el sexo femenino, es que justificadamente se ha levantado un oleaje de protestas por doquier, principalmente en las redes sociales e infinidad de reuniones masivas de ciudadanas y ciudadanos hartos de la situación tan caótica y ¡claro que es muy sano que el pueblo entero se manifieste, ante tanta indolencia gubernamental!

Sin embargo y muy a nuestro pesar, esas marchas han presentado algunas peculiaridades muy distorsionadas que han abonado para que su motivo central se evapore fácilmente. Entre otras, es que no especifican su destinatario en concreto, esto es, contra quien van dirigidas; si contra el gobierno, contra el sexo masculino, contras las o los asesinos potenciales; contra la propia legislación tan endeble o contra la misma sociedad que ha permitido ese avance delincuencial, etc.

Estas expresiones convocadas por organizaciones no gubernamentales, han pasado de clamores verdaderamente comprensibles, a hechos completamente vandálicos como la destrucción de inmuebles privados o sitios públicos de carácter histórico; daños a vehículos y otro tipo de muebles; senos exhibidos sin recato alguno, petardos, palos, marros y hasta marchistas drogándose sin ton ni son; bombas molotov, riñas y hasta personas gravemente heridas, entre ellas niños y policías. Y es una burda analogía proferir airadamente que sí ¿qué puede más, los edificios rayados o las mujeres asesinadas?

¡Nada tiene que ver una cosa con la otra! ¡Tanto las construcciones -o monumentos históricos- como las vidas humanas, entran en una jerarquía de valores de respeto total, pero intrínsecamente diferentes!

Además estas protestas incitan claramente al odio extremo hacia la figura masculina, al estampar leyendas en bardas o en carteles: “mata a tu papá, a tu hermano, a tu hijo”, “Dios es machista: muerte a Dios”, “Viva Mexica”, “aborta al macho”, “mujer, ya no paras hombres” y un sinfín de improperios irracionales que sería obstinado agregarlos, pero que sociológicamente traen como consecuencia, mucho más resistencia al cambio y que lejos de sumar a más personas le restan, porque además fomentan la polarización y el odio social, que no le conviene a México en estos aciagos momentos. Atenuándose así, la debida seriedad al urgente reproche social en contra de un sistema -no sólo de gobierno- que ha permitido esas conductas feminicidas, que nos posicionan en el vergonzoso 2º lugar mencionado.

En estos meses de recalcitrante extremización de ideas, hemos realizado un muy cuidadoso análisis psico-sociológico, sobre estas intensas jornadas contra el feminicidio, obteniendo respetuosamente los siguientes datos y consecuencias:

  1. Para infortunio de las organizaciones convocantes, ha quedado demostrado que estas marchas no detienen en ninguna medida, la manifiesta intencionalidad de los criminales para privar de la vida a una mujer, por cuestiones de género. Por el contrario, desde la óptica de la perfilación criminal, aquellos se enarbolan aún más en ese clamor nacional, para violentar a aquellas con una premeditación más encolerizada como una especie de reto personal, convirtiéndose luego, en una grave sociopatía o desorden de la personalidad antisocial.
  2. Por otra parte y analizando fríamente algunas redes sociales como Facebook, Instagram, Youtube, etc., nos dimos cuenta sorpresivamente, que el 78% de los llamados memes o burlas hacia esas marchas, grafitis y hasta al famoso performance “Un violador en tu camino”, provienen precisamente de mujeres ¡Vaya paradoja!
  3. Evidentemente, dentro de esas exigencias masivas se encuentran infiltrados algunos grupos de choque; movimientos partidistas y otras organizaciones anárquicas, donde “a río revuelto”, se disipa por completo la misión esencial de exigir una solución tangible el problema de los feminicidios en nuestro país. Por lo que de acuerdo a su estructura vociferante y vandálica, esas protestas no han representado el verdadero sentir de la inmensa mayoría de las personas -hombres y mujeres-, que realmente defienden una necesaria y correcta filosofía del feminismo que trascienda fronteras, que respete la dignidad humana sistémica y que construya un país mejor.
  4. Jurídicamente y de acuerdo a su realización tumultuaria, esas conductas pudieran encuadrar para algunas personas, en delitos de pandillerismo y otros tipificados como graves en las codificaciones penales respectivas.
  • Sería ignominioso concluir, que todos los hombres por el sólo hecho de serlo, son entes maquiavélicamente perversos y asesinos de mujeres ¡esto no es así! Los feminicidios son resultado de esa simbiosis entre lo que llamamos ‘fatalidad social envolvente’ y las hipócritas políticas públicas integrales, por lo que ¡La justificada lucha contra los feminicidios no debe dirigirse contra el sexo masculino, sino contra todo un sistema de liderazgo social anacrónico, impune y corrupto, compuesto eso sí, de hombres y mujeres que han permitido el dejar hacer y el dejar pasar esa horrenda cultura de odio contra las mujeres!

¡Levantémonos pues, todas y todos en una enérgica, solidaria y pacífica voz, contra ese embate de feminicidios que tiene a esta nación sangrando! ¡No caigamos en el horrendo juego de los más corrientes criminales! ¡México nos necesita de pie y unidos! Recordemos que ¡Quien priva de la vida a una mujer con tanto desprecio, es intentar de una manera estúpida, acabar con un terrible dolor interno que jamás podrá borrar, convirtiéndose ese hecho, en la peor monstruosidad jamás conocida por la especie humana, logrando eso sí, la peor de las condenas eternas!

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