Se vuelcan chihuahuenses a los panteones y disfrutan de las bondades de la Feria del Hueso
Chihuahua.- Nomas entrar, pues ahora se entra por un arco sanitizante, casi se puede palpar la esencia de la Feria del Hueso y la tradición del Día de Muertos, el olor a flores, a pan de nata, a elotes, y al sin fin de antojitos mexicanos que se venden a las afueras de los panteones de San Jorge es intoxicante.
El ruido de los pregones que venden sus edredones, se mezcla con el sonido del regateo por una caña, un ramo de flores o bien un buen paquete de ollas de barro o una pantalonera con los personajes pop más a la moda.
Cientos de chihuahuenses han dejado sus hogares, para acudir a presentar sus respetos y recuerdos a sus fieles difuntos, que los esperan como cada año en sus tumbas, esperando que sus parientes y amigos acudan con un cubo de plástico y una escoba a darle una chaineadita a sus sepulcros que suelen estar cubiertos por el polvo del camposanto.
Los visitantes vivos llevan ofrendas florales, de vivos colores y olores en caso de ser naturales, pues también muchos optan por flores artificiales de plástico o papel que soportan mejor el embate de los meses por venir.
Muchos llevan además algún recuerdo de sus muertos, a algunos les dejan sobre sus tumbas una coquita, un agua mineral, una botellita de Tonaya, un cigarro y a aquellos que se fueron siendo muy jóvenes para conocer de vicios y prejuicios, a esos angelitos que abrieron sus alas antes de tiempo para partir a la morada definitiva, les dejan algún juguete con el que solían divertirse en vida.
Además, hay algunas familias, pocas en realidad, que llevan lonche para compartir con sus seres queridos fallecidos, unos burritos o unas tortas y unas coquitas pa´ después de la talacha en la tumba, se sientan en ella y degustan sus platillos que también pueden llegar a ser más elaborados y recuerdan que le gustaba comer, como se expresaba o las andanzas del homenajeado este Día de Muertos.
Muchos otros, la mayoría termina de limpiar las tumbas y sale a buscar alguna de las delicias que se venden en los puestos de la Feria del Hueso, gorditas, burritos, enchiladas, taquitos y hasta brochetas mar y tierra.
Otros tantos acuden a comer y comprar ropa, trastes o cobijas sin la necesidad de entrar a los panteones a rendirle honras a nadie, y sólo acuden a San Jorge para vivir, como cada año, como ya es tradición la Feria del Hueso.
Claro que en otros panteones hay vendimia, pero nada comparada como la de San Jorge que es donde este año, y después de más de un año de pandemia se pudo “revivir” el jolgorio que surge extrañamente en nuestro país en estas fechas en que se recuerda a los muertos.