Sexting ¿realidad sexual aumentada?
Por José Carlos Hernández
Mucho se ha hablado de éste tema, pero paradójicamente muy pocas personas lo conocen como tal, aunque gran cantidad de usuarias han participado directa o indirectamente en él.
Esta introducción que pareciera cantinflesca, nos hace pensar en tan grave problema que empieza a aterrar y afectar a todos los estratos sociales. De entrada debemos precisar, que la industria del sexo es una de las economías más fuertes del mundo, de tal suerte que si concentráramos en un mismo territorio a dicho emporio, éste sería el tercer país más poderoso del planeta.
Después de analizar desde diversos prismas el inacabable rubro criminógeno de la delincuencia y la violencia, podemos sostener que después de la corrupción y el narcotráfico, el tema de la sexualidad desbordada es el tercer problema más importante de nuestro país. Cada vez hay incontables niños, niñas y adolescentes involucrados no sólo en la abierta mercadotecnia del sexo, sino en prácticas sexuales no acordes a su madurez ni edad cronológica, aunado con la facilidad de las redes informáticas, principalmente del teléfono móvil que tanto daño ha hecho a la sociedad y con particularidad, a la sana y necesaria convivencia en cada familia. Desgraciadamente el internet nos ha vuelto en gran medida prisioneros de lo breve y la fría instantaneidad de la comunicación, que nos aparta de la magia y de las grandes experiencias de la convivencia interpersonal.
De todo ese lastre y hace poco menos de diez años, se ha consolidado un fenómeno informático, al que se le ha denominado SEXTING, al cual hemos definido en diversos foros, como “La acción dolosa de enviar a través de las redes sociales; textos, videos u otras impresiones gráficas con alto contenido erótico o imágenes sugerentemente sexuadas, ya sean propias o de otras personas y que causan un daño o perjuicio a quien las recibe”.
Etimológicamente el término Sexting nace de la conjunción de las palabras sex y texting (sexo y envío de textos). Por lo que inicialmente Sexting es una connotación de un “exhibicionismo on line”, donde el emisor y el receptor de dichas imágenes o textos, pierden el control total sobre la difusión de ese contenido.
Los hogares disfuncionales o desintegrados producen a la postre, una apremiante necesidad de cariño y atención por parte de las y los hijos, por lo que al no producirse dicho lazo afectivo, éste se trata de llenar -en muchos casos-, a través del excesivo uso del internet, de las redes sociales por medio de los teléfonos celulares, de los videojuegos, las drogas, el alcohol, etc.
Existen estudios muy serios, que reflejan que al menos el 90% de las niñas, niños y adolescentes, traen cargado en su celular al menos una imagen o video pornográfico o de los llamados “snuff” (estos son pequeños videos, donde para fines de comercialización, se exhiben en las redes sociales crímenes de alto impacto, actos de crueldad animal, suicidios, pornografía, parafilias, aberraciones sexuales y otros hechos morbosos que alteran la psique de quien tiene acceso a aquellos).
En cuanto al sexting se refiere, existen datos acreditados de que el 95% de adolescentes y adultos en México, ha recibido o enviado imágenes o videos con alto contenido erótico y que de ese porcentaje, el 90% sextea a través de su móvil u otros aparatos de internet.
El 85% de los adolescentes y jóvenes, han sido víctimas directas, indirectas o pasivas de esta patología dolosa y de éste universo, el 70% de los receptores presenta un desorden psicológico desbordado. Es oportuno finalizar que el mismo Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), ha informado que 1 de cada 5 menores de edad, tiene contacto con algún pedófilo, convenciendo fácilmente a aquellos, a desnudarse u a otras situaciones de corte sexual.
Ante tan deplorable mundo de vaciedad y basura, es preciso reflexionar en las medidas preventivas y reactoras sobre dicha patología, que tanto ha afectado no sólo a nuestros niños y niñas mexicanos, sino a todos los que habitamos esta nación. No es con leyes inquisitorias, ni absurdas campañas de volanteo preventivo, sino con la conciencia individual de todas y todos, para poner freno a este terrible carcinoma, que ha traído como consecuencia más delitos, no sólo de índole sexual sino de otros vinculados a estos. Recordemos que ¡la paz, la disciplina y la cultura de la legalidad, empiezan en casa y se reflejan en la instauración de un nuevo orden social: una civilización del amor!, ¡porque una sociedad carente de amor y de valores sociales, es tan pobre y tan sucia, como una infestada y pestilente cloaca, en la que sólo hay repugnancia, cochinero y muerte!
¡RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA:
PAZ Y ORDEN SOCIAL!