Viernes, 22 de noviembre del 2024

La gran tristeza mexicana: Abusos sexuales dentro de casa

Por: José Carlos Hernández Aguilar
(Maestro Especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada.)

Siempre hemos sostenido que el tercer problema en México, después de la corrupción y el narcotráfico, es el desbordamiento sexual, principalmente entre las y los menores de edad o peor aún, el que ilícita o deliberadamente se practica en contra de ellos.

En agosto pasado impartimos en la bella Mérida, Yuc., el módulo ‘Abusos Sexuales y Violaciones en el Hogar’, dentro de un Diplomado en Delitos sexuales y Contra la Familia, donde expusimos algunas causas, consecuencias y obviamente, se sugirieron algunas soluciones a tan delicado y ya común aberrante hecho.

Los abusos sexuales, incluyendo violaciones a menores de edad dentro de casa, se producen, entre otras causas de no menor importancia, por el hacinamiento en el hogar y ergonómicamente con espacios muy reducidos; por ignorancia, pobreza y hogares en extrema miseria; por el cada vez más recurrente uso de drogas que desinhiben la conducta sexuada; por la pérdida de valores de convivencia y respeto familiar; por serios complejos de Edipo o de Electra y de los que ya hablaremos en una próxima entrega; por la terrible influencia en los agresores sexuales de la pornografía y hasta de los llamados videos snuff (estos, son pequeños videos, donde para fines de comercialización, se exhiben en las redes sociales crímenes de alto impacto, actos de crueldad animal, suicidios, pornografía, aberraciones sexuales y otros hechos morbosos que alteran la psique de quien tiene acceso a aquellos).

Existen una serie de factores que prenden la alerta roja, de que una o un menor ha sido ultrajado, como la pérdida del apetito o aumento considerable de éste; abatimiento y ermitaje social permanente en su habitación (esto es, su notorio aislamiento); dificultad para caminar, sentarse o dormir; alteraciones estresantes de su conducta normal; bruxismo (frotar o comprimir inconsciente y constantemente los dientes superiores con los inferiores) y otros tics nerviosos; pesadillas recurrentes (algunas veces con temperatura o sudoración); incontinencia u orinarse en la cama; se rehúsa a quedarse en casa con su padre, padrastro o hermano; repentina subida o bajada de peso; pésima conducta en la escuela y cambio dramático en sus calificaciones.

Estadísticamente se cuenta con un ‘Diagnóstico sobre la situación sexual infantil en México’, que establece que las personas que violentan sexualmente dentro del hogar, son -ese orden-: el padrastro, el padre, los abuelos, los tíos, los hermanos, los hermanastros y finalmente, hasta la propia madre.

La ‘Red por los Derechos de la Infancia en México’ (REDIM), declaró que 8 de cada 10 violaciones o abusos sexuales, se presentan en espacios de supuesta protección, entre ellos la casa, escuela, iglesia y centros deportivos y que 7 de cada 10 víctimas son niñas. Por otra parte, el ‘Estudio de Percepción del Abuso Sexual Infantil en México’, refiere que no sólo se limita a la violación sino que el 73% de los entrevistados, creen que es tocar los genitales del menor o hacer que ellos lo hagan. El 66% masturbarse frente a un menor. El 51% desnudarse frente a un menor y el 66% dice que también consiste en ver pornografía con una o un menor.

El silencioso avance de éste miserable e ignominioso delito, ha hecho estragos dentro de cada hogar, que además de dañar por siempre el buen desarrollo psicosexual de las y los menores, puede convertirse en un fuerte factor predisponente y hasta desencadenante de la delincuencia, de la violencia y de los suicidios en nuestro país. Por ello proponemos algunas soluciones tangibles y urgentes, para tratar de atenuar tan deleznable fenómeno criminal:

  1. El más importante, es que se reconozca que puede existir ese problema dentro de nuestro propio hogar, no en el de “los otros”. ¡Vaya: no negarnos a esa posibilidad real!
  2. Fortalecer la comunicación entre padres e hijos.
  3. Creerle a los hijos, cuando dicen que han sufrido algún abuso sexual y mantener la calma. Obviamente al darnos cuenta de la situación, NO SER IMPULSIVOS, sino pedir una opinión acertada ante alguna autoridad ministerial o psicológica, para saber tratar el tema con discreción y prudencia. Y obviamente, no culpar a las o los hijos de la difícil situación que se ha presentado.
  4. Estar alertas ante algún cambio de conducta o reacciones corporales del o la menor violentado.
  5. Enseñar a las y los niños a decir “¡NO!” y distinguir entre secretos buenos y secretos malos.
  6. Enseñarles los riesgos de las nuevas tecnologías y acotarles su uso a cierto tiempo prudente, a fin de que no descuiden sus obligaciones escolares, las propias de la casa y hasta los tiempos de convivencia familiar.
  7. Procurar una atención especializada (en Chihuahua, hay lugares completamente gratuitos y profesionales para ello).
  8. Definitivamente, ¡denunciar!
  9. Y finalmente entender la dimensión, de que ¡la paz; el respeto y la cultura de la legalidad, empiezan en casa y se reflejan en la instauración de un nuevo orden social: una verdadera civilización de amor!

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