Viernes, 01 de noviembre del 2024

#Opinión Niñas y niños tiranos

Por: José Carlos Hernández Aguilar

Saliendo de impartir un curso en el Instituto Estatal de Seguridad Pública, para el que orgullosamente colaboro, me trasladé a un conocido centro comercial que se encontraba en mi camino, donde fui testigo de una escena muy bochornosa.

“¡Laura, quiero unas papitas!” -le gritaba tuteando y enfurecido ese niño de 6 años, a su mamá en el supermercado-. “¡Ya te dije que no, entiende!” -le contestó la agobiada madre a Axel-.

Ahora con gritos despavoridos y grosería misóginas propias de un vulgar pandillero, que se oyeron casi en toda la tienda de autoservicio, le exigió por quinta vez que le comprar las frituras aquellas. La dama totalmente estresada no accedió, pero el chico aquel, con fuerza y visible coraje, le aventó su celular en la cara dando justo en el blanco del ojo izquierdo de su progenitora. Ante tan violenta actitud, aquella temerosa madre; con pena ajena y con tal de que el muchacho se callara, finalmente le dijo con voz resquebrajada: “¡Cálmate ya Axel por favor! ¡Toma pues las papitas!

¡ME QUEDÉ TOTALMENTE SORPRENDIDO ANTE TAN LAMENTABLE ESPECTÁCULO!

Y como en éste cotidiano panorama, existen incontables casos de niñas y niños cada vez más agresivos: los que encuadran dentro del conocido ‘Síndrome del Emperador’, el cual es una grave patología mental que se presenta en los hijos, donde estos ejercen distintos tipos de violencia contra sus padres u otras figuras de autoridad, tratando de dominarlos a toda costa, convirtiéndose en una especie de tiranos, derivada de una intolerancia a la frustración, por no lograr exitosamente sus pretensiones.

Existen datos terribles perfectamente bien sustentados, que arrojan que el 50% de los hogares en Chihuahua, sufren de niñas, niños y adolescentes tiranos. El 95 % de los adolescentes usan palabras soeces e improperios con alta descarga de violencia para dirigirse a los demás y finalmente -entre otros datos que daremos posteriormente-, uno de cada 4 hijos controla económicamente a sus padres. Definitivamente, algo estamos haciendo mal como padres de familia y como sociedad en conjunto.

Sin duda alguna, ¡La disciplina completamente relajada en el hogar, siempre produce heridas incurables, daños irreversibles, familias sin Dios, hijos controladores, imparables monstruos delincuenciales y lo peor, sin miedo a nada! ¡Debemos amar en el respeto, para disciplinar a tiempo en el amor!

Podrán estar de acuerdo conmigo o no, pero lo que sí puedo aseverar es que ¡El hijo que violenta verbal o físicamente a sus padres, es un muy mal hijo! ¡Pero aquellos que lo permiten, son peor, porque sin duda no sirven como padres!

¡Prefiero vulnerar los ‘derechos humanos’ de mi vástago, con una buena reprimenda o varias, a que éste en el futuro transgreda o violente sin piedad a sus mayores, o más aún, que se convierta en un odiado parásito o temible cáncer social, que no merezca más que la cárcel o no vivir!

Aunado a ello, debemos recordar que ¡El más grande testimonio de la doble moral y cloaca que hay en las entrañas de una sociedad, es el que se hace y se palpa en los propios hijos, convirtiéndolos en muertos vivientes; seres sin escrúpulos; sin sentimientos y en suma, sin vida alguna!

¡A tiempo mis amigos, a tiempo!

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