Viernes, 22 de noviembre del 2024

#Opinión: Síndrome de Stávropol

Por: José Carlos Herández Aguilar

Recientemente se me pidió realizara una perfilación psicológica sobre el caso del llamado “Enfermero de la Muerte” Jorge C.A., quien según las investigaciones de la Fiscalía del Estado de Chihuahua, se encuentra como inculpado de la muerte de varias personas, entre ellas una familia compuesta de cinco miembros en la capital del estado.

El involucrado, es un enfermero que prometía plazas y ascensos dentro de IMSS local a personal que laboraba o pretendía hacerlo dentro de esa institución de salud, a cambio de fuertes cantidades de dinero, y al no poder cumplir sus promesas con aquellas, finalmente éste les privaba de la vida, haciéndolas pasar como víctimas del crimen organizado. Pero además se menciona, que las indagatorias han apuntalado a que dicho sujeto tenía involucrados tanto a su esposa como a su hijo en dichas conductas delictivas, lo que agrava la situación jurídica del caso y el impacto social en la entidad.

Al parecer el móvil del asesinato de la familia, fue por que ésta le exigía que cumpliera con su promesa con los trámites urgentes para un trasplante de riñón para el padre de dicha familia, por la fuerte suma de dinero que él había recibido. Hasta que en el mes de junio del 2018, el enfermero fue citado en la residencia de aquellos, donde decidió privar de la vida a todos los presentes, con excepción de un pequeño de dos años de edad, que quedó vivo.

Por algún tiempo hemos estudiado este peculiar fenómeno criminal de involucramiento de familiares en actividades ilícitas, al que le hemos llamado ‘SÍNDROME DE STÁVROPOL’, al cual consideramos como una grave sintomatología patológica y colectiva, creada por vínculos familiares, donde se unen fuerzas en común, así como elementos materiales y psicopatológicos, para destruir o privar de la vida a otras personas por motivaciones pecuniarias; obtención de bienes o por simple placer o diversión sádica.

La denominación está inspirada en la ciudad de Stávropol, Rusia, cuando en ese sitio un matrimonio joven de clase media; con dos hijas, una de ellas menor de edad y sin ningún problema económico, ya que aquel trabajaba como dentista y su esposa como enfermera, robaban y privaban de la vida a los demás por dinero. Cuando fueron detenidos, manifestaron que para ellos matar era como un día normal de trabajo y que además les producía un gran placer. Logrando así, privar de la vida a más de treinta personas del año 2009 al 2013.

Casos tristemente célebres como el las cuatro hermanas Valenzuela, alias “Las Poquianchis”, autoras de uno de los más grandes casos de proxenetismo femenino y más de ochenta muertes de mujeres en México. Todo sucedido entre los años 1950 y 1964.

A esa diabólica lista se agrega, la de los llamados “Monstruos de Ecatepec”: un matrimonio que por placer sádico sexual, gustaba de privar de la vida a jovencitas en el estado de México, en los últimos cuatro años, donde además, practicaban en los cuerpos antropofagia criminal (La cual ess una conducta psicótica de destrucción y desaparición total del ser humano, que consiste en comerse partes u órganos esenciales del cuerpo de la víctima, como acto de dominación; de pertenencia o deseo de que la víctima ‘siga viviendo’ dentro del sujeto activo para siempre.). Actualmente les espera una sentencia de más de 114 años de prisión, por los abominables homicidios y descuartizamientos de más de una veintena de jovencitas.

En México no existe una estadística oficial, real y confiable de familias involucradas no sólo en el crimen organizado, sino en aquel tipo de conductas tan despreciables, pero lo que si podemos asegurar que no son pocos casos de ellas. Actualmente nos encontramos trabajando en un concentrado de familias delincuentes, en la última década en nuestro país y los datos  no son muy alentadores. Por lo pronto podemos adelantar, que en ese lapso existen más de 2´000 familias involucradas directamente en actividades de la delincuencia organizada.

No cabe duda que ¡la mediocridad y la maldad, son sumamente atrevidas, insolentes y repugnantes! ¡Pero más aún, no actúan solas: siempre buscan compañía!

Finalmente debemos recordar, que ¡los animales salvajes nunca matan ni torturan por deporte; ni por recreación o corrupción; ni mucho menos por placer o banal soberbia!

¡Ah, perdón, sólo el ser humano!

¡RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA:

PAZ Y ORDEN SOCIAL!

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