La educación como producto dentro de la sociedad capitalista
Por: Ana Lilia Dueñas
Periodista
Para Zygmunt Bauman (sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico) quien desarrolló el concepto de Modernidad Líquida, el capitalismo, insertado en todos y cada uno de los aspectos de nuestra realidad y nuestra vida, concibe el conocimiento como un objeto de consumo más. Bauman reflexiona “Cuando es considerada como un producto, la educación pasa a ser una cosa que se ‘consigue’” Y se “consigue” únicamente durante un periodo, el de la escolarización. Por lo tanto, ante los ojos de la sociedad, el único conocimiento válido es el del aprendizaje formal.
Y esta forma de valorización, de la educación, esta sólo a la mano de unos cuantos. Esta tendencia responde la fiebre de la “certificación”. Pero el propósito de la educación es y debe seguir siendo la preparación de los jóvenes para la vida, en cada tiempo y circunstancia, explica Zygmunt Bauman y destaca en sus libros, “Y para ser práctica, una enseñanza de calidad necesita propiciar y propagar la apertura de la mente, y no su cerrazón”.
La economía consumista basada en el exceso y el despilfarro, como “flagelos endémicos”, siembra víctimas por doquier; los jóvenes no son totalmente desechables por su potencial poder consumidor en el presente y el futuro, pero su horizonte es sombrío. En cada generación existió siempre un grupo de parias, pero esta vez el riesgo es que toda la generación lo sea, con malos empleos, temporales, precarios, o sin empleos.
La economía mundial, al igual que en el siglo pasado, sigue influyendo en el modelo educativo imperante. Antes se requería un conjunto de seres que al interior de las fábricas, para estar generando constantemente una producción que no para de día ni de noche, en dicha época, el conocimiento se concebía como un producto eterno, permanente e irrenunciable que concedía una profesión, un estatus. Hoy, la variabilidad de situaciones económicas, sociales y políticas exige la formación de hombres y mujeres que se acoplen a estos constantes cambios, sus “estudios” se vuelven obsoletos.
David Perkins, Profesor de Investigación de Enseñanza y Aprendizaje en Harvard, asevera que “El conocimiento se visualiza no como posesión de información sino como competencia para resolver problemas ambiguos y cambiantes”. Mientras que Claudia Romero, investigadora y escritora, en su texto Del adiestramiento de la memoria a la educación de la mente, sentencia: la comprensión supera a la posesión de información, pues implica utilizar el contenido en alguna tarea que evidencie y fomente la comprensión. La diferencia está en observar la información como un instrumento para mejorar las capacidades personales y las condiciones sociales. Y no al contrario, percibirla como un ente determinado, y hasta sagrado, que predetermine nuestro accionar. El conocimiento no puede ser un dogma, debe ser una atractiva invitación para dominarlo, así como para vencer las propias limitaciones.
Ahora bien, tenemos que tomar en cuenta nuestras condiciones socio económicas actuales, pues tenemos décadas viviendo con la falsa promesa de que el estudio certificado nos traería mejores condiciones de vida, a través de mayores ingresos, lo cual no es verdad, y es imposible que lo sea con los sueldos que se pagan actualmente a licenciados, masters y doctores, incluso. Esta creencia sólo afianzo la concepción de que la educación es escolarizada y tiene fines rentables, hoy día a las personas les basta con “educarse” en las escuelas del estado o privadas y se ha perdido el verdadero significado de una educación que lleve a la reflexión, discernimiento y a la crítica.