Sábado, 23 de noviembre del 2024

#Opinión Globalización criminológica

Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar, especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada.

Sin otro afán más que seguir contribuyendo, aunque sea en poca medida y como un pequeño grano de semilla de mostaza, en la firme restauración de nuestro país, les comparto que recientemente la Federación Mexicana de Criminología y Criminalística nos honró con la invitación para el cierre de un Diplomado ofrecido en ese renglón, a fin de disertar sobre la importancia de la armonización y globalización criminológica frente al vertiginoso progreso delincuencial que ha lacerado cada rincón de nuestras colectividades.

Para ello, nos dimos a la tarea de ofrecer un breve panorama pero no menos objetivo, sobre la ‘Globalización de la Criminología’, puntualizándola como el proceso integral del conocimiento criminológico de carácter mundial, que consiste en la necesaria comunicación proactiva, soporte científico e innovación solucionadora y emergente, para el abatimiento del avance delincuencial en la comunidad internacional, sustentado en el respeto soberano de cada nación y en la unificación armonizada de las políticas criminales.

Si escudriñamos el concepto anterior, nos daremos cuenta de la notoria urgencia de armonizar todas las políticas públicas, no sólo de carácter interno sino las estrategias mundiales en materia de combate a la delincuencia, principalmente de la llamada organizada y más aún, de la transnacional, que como ‘Efecto Gremlin’ ha permeado todo el planeta. A groso modo diremos, que, desde nuestra ventana de percepción holística, esa sintonización de la que insistentemente hablamos comprende la correcta y apremiante unificación preventiva, investigativa, legislativa, jurisdiccional, derecho-humanista, pero principalmente la integración social, tomando en cuenta desde luego, la tropicalización particular de cada región del mundo, en el combate proactivo y frontal ante ese embate criminal, que no limita fronteras, credos, clases sociales o estratos políticos.

Sin ambigüedades, las disciplinas o las ciencias encargadas de proveer soluciones tangibles al fenómeno socio-cancerígeno, deben ser absolutamente vanguardistas y pragmáticas ante un monstruo que pareciera de ciencia ficción, pero tan real que poco a poco ha sangrado a la tierra, con particularidad a todas las latitudes del Continente Americano. Por lo que dicho conocimiento, debe tornarse de inmediato como un coadyuvante directo y eficaz de los distintos liderazgos y gobiernos que tienen en sus manos la más alta responsabilidad de la comunidad internacional, frente a una soberbia delincuencia que invariablemente será siempre evolutiva y por ende, más empoderada y atroz.

Por lo expuesto, siempre hemos defendido la teoría de la agravada falta de voluntad en los vacíos de poder. Qué pena vociferarlo de forma repetitiva, pero si existiera la férrea voluntad individual y luego la general para demoler el fenómeno criminal, nuestras naciones se convertirían de inmediato en pueblos de concordia y paz, obviamente con los bemoles propios de la convivencia social, pero nada que valga la pena lamentar de manera trascendental entre las soberanías.

Referenciando muy a propósito, a uno de los más grandes juristas del Siglo XXI, Luigi Ferrajoli, cuando en su crítica profiere que “Ha cambiado sobre todo la cuestión criminal. La criminalidad que hoy en día atenta contra los derechos y los bienes fundamentales no es ya la vieja criminalidad de subsistencia, ejecutada por sujetos individuales, prevalentemente marginados. La criminalidad que amenaza más gravemente los derechos, la democracia, la paz y el futuro mismo de nuestro planeta es seguramente la criminalidad del poder: Un fenómeno no marginal ni excepcional como la criminalidad tradicional, sino inserto en el funcionamiento normal de nuestras sociedades”.

En palabras llanas ¡Que lamentable es saber y sentir que la delincuencia ha rebasado y en mucho, el poder de las más altas esferas de los gobiernos de nuestras naciones, pero es mucho más horroroso darse cuenta, que muchos de estos son la más perfecta organización de la delincuencia; blanca, sutil, refinada y dorada, ¡pero implacablemente destructora!

Ante nuestra postura que pudiera ser un mero romanticismo literario, en alguna ocasión se nos cuestionó ¿Si realmente es posible una verdadera armonización en la criminología y derecho internacionales? Pues pese a cualquier postura antagónica, respetuosamente concluimos que toda la panacea en el combate criminal nacional o mundial, se circunscribiría a un verbo sustantivo: ‘VOLUNTAD’: voluntad en su más amplia y estricta acepción ¿Y lo demás? lo demás vendría por añadidura. Y efectivamente -proseguí- esto es hasta hoy, tan sólo un idealismo hipotético del que hablaba Kant, pero que, de darse, se traduciría en la única arma nunca antes vista, para lograr el máximo respeto a la dignidad humana en un supremo orden social.

No fue intención de este apartado dar conceptos magistrales de la Criminología, sino que, axiológicamente hablando podemos inferir, sólo que esta debería ser la ciencia de la restauración presente, basada en el análisis integral de una delincuencia evolutiva y cada vez más abominable, brindando soluciones efectivas y reales para recuperar la dignidad humana y la paz social, en el supremo respeto a los derechos del orbe, no sólo los humanos, sino los de la naturaleza; los del reino animal y hasta los derechos materiales de esta lesa humanidad.

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