Sábado, 23 de noviembre del 2024

#Opinión Generación de papel de china

Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar, especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada

Uno de los papeles más frágiles que existe, es el conocido ‘Papel de China’. Por sus bastos colores, facilidad de manejo y bajo costo, ha sido muy solicitado en México desde tiempos inmemoriales para diversas festividades, piezas artesanales y tareas escolares. Ahora bien, en un contexto analógico, mucho se ha dicho que, por su debilidad intelectual, los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de hoy en día, son llamados en vox populli, como “La generación de cristal” ¡Pero no! Creo que antes deberíamos saber, que el cristal por más delgado que sea, es un material sólido que contiene óxido de plomo y una estructura atómica regular, que lo hace mucho más consistente que aquel rompible y delicado material.

Por lo que en esa misma tesitura comparativa, una de las principales características de ese contexto Millenial (las generaciones “X”, “Y” y “Z”), es precisamente su manifiesta fragilidad ante los embates de la vida, materializada en una profunda intolerancia a la frustración y que por la marcada influencia de otros factores externos envolventes, es canalizada a través de actos violentos o sumamente agresivos. Aunado a la notoria frialdad en las relaciones interpersonales y por consecuencia, su excesivo gusto por la comunicación despersonalizada, orientada en el uso de variados instrumentos de entretenimiento como computadoras, tabletas, celulares y video-juegos (principalmente los que son en línea). Asimismo, la falta de resiliencia y proactividad frente a sus vacíos existenciales que ha traído consigo esta vertiginosa era moderna, donde no hay tiempo de nada ¡Mucho menos para alimentar el alma!

En ese tenor, hemos dado cuenta con gran pesar, de cada vez más chicas y chicos delincuentes en nuestro país, como el “Ponchis” (El niño sicario) del Cártel de Los Zetas, o el caso reciente de los niños de origen mazahua, que fueron asesinados y descuartizados por otros sujetos, habiéndose encontrado sus restos en bolsas negras en el centro histórico de la ciudad de México, donde al parecer los occisos también participaban en actividades delictivas. Esta misma semana fueron detenidos en la colonia Guerrero de la misma capital, dos menores de 15 años de edad que dejaron una maleta en calles de la colonia Guerrero, la cual contenía los restos de otro jovencito de 14 años, que previamente había sido secuestrado y para rematar el escena, el domingo pasado nos enteramos por diversos medios de comunicación, que un chico de 14 años privó de la vida a sus primos de 7 y 13 años, dejando gravemente heridas a la madre de estos y a otra pequeña de 10 años, en una fiesta que continuaba al amanecer. Así podríamos enumerar una larga lista del último decenio, de niños, niñas y adolescentes involucrados en otros graves delitos de alto impacto social, como narcotráfico, secuestros, violaciones acompañadas de cruentos actos de crueldad, descuartizamientos, etc.

Esta semana una reconocida periodista, me preguntaba si la pandemia por la que atraviesa particularmente nuestro país, se había convertido en un factor desencadenante en el incremento de dichas conductas patológicas. Desde nuestra óptica, podemos aseverar que (salvo casos muy particulares de algunos menores de edad, en donde si han influido estados de fuerte ansiedad o neurosis con motivo de esta crisis sanitaria, que los ha orillado a ser agresivos), esto es algo que se ha venido incubando desde antes de que se presentara ese problema de salud mundial, en hogares completamente deshechos, sin rumbo, sin orden, sin dignidad ni control de nada. Núcleos familiares donde se ha ejercido un filiarcado desmedido, dándosele implícitamente casi todo el poder a aquellos, desarrollando así, un síndrome de tiranía conocido como “Del Emperador”, que es una patología mental que se presenta en las y los hijos, ejerciendo distintos tipos de agresión contra sus padres u otras figuras de autoridad, tratando de dominarlos a toda costa y derivada de una grave intolerancia a la frustración, por no lograr exitosamente sus pretensiones.

Existen datos perfectamente bien sustentados, que arrojan que el 50% de los hogares en Chihuahua, sufren de niñas, niños y adolescentes tiranos. El 95 % de los adolescentes usan palabras soeces e improperios con alta descarga de violencia para dirigirse a los demás y hasta que uno de cada 4 hijos, controla económicamente a sus padres. Definitivamente ¡Algo estamos haciendo terriblemente mal como padres de familia y como sociedad en conjunto! ¡Ya basta de hacer de ellas y ellos, mascotas humanas o frágiles pliegos de papel de china!

Cada día, más niños y niñas se incorporan a las filas de la delincuencia que, de acuerdo a testimonios de los propios capos del narcotráfico, pueden sumar hasta un 40% los que pertenecen a sus Cárteles. Oficialmente, en los últimos cinco años han sido detenidos más de 28’000 niños, niñas y adolescentes, de las cuales alrededor de 3´300 son mujeres. La propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos, publicó en su informe 2015 que en México 30´000 personas de éste grupo etario, cooperan activamente con grupos criminales y la Red por los Derechos de la Infancia en México refirió que al 2018, 470´000 ya habían pasado a engrosar las filas de la delincuencia organizada en esta nación, lo que hablamos de un sorprendente incremento del 153%. ¡Esta es una espeluznante realidad nacional!, la cual no puede esconderse ni mucho menos esquivarse tratando de simular que no existe, o que es un tema sólo magnificado pesimistamente por quienes, sin sesgos políticos, nos dedicamos a su investigación verdadera.

Ahora el planteamiento es ¿cómo vamos a frenar esta ola delictiva cada vez más sanguinaria en nuestra niñez mexicana? Podemos dar una interminable e irrealizable lista de soluciones ‘mágicas’ ¡Pero no! La verdadera respuesta está dentro de cada hogar; en cada padre y madre que de verdad decida reconstruir su principal núcleo de amor que es su propia familia, no solapando ni propiciando en lo más mínimo conductas violentas, adicciones o hasta hechos delictivos en sus hijos e hijas.

¡La disciplina completamente relajada en el hogar, siempre produce heridas incurables, daños irreversibles, familias sin Dios, hijos controladores, imparables monstruos delincuenciales y lo peor, sin miedo a nada! ¡Debemos amar en el respeto, para disciplinar a tiempo en el amor!

Obviamente existen otros factores detonantes de violencia o delincuencia como el desempleo; la falta de servicios sociales y de salud; las redes sociales; las drogas; los vacíos de poder y la corrupción, etc. Pero no podemos esperar a que estos elementos externos terminen, para luego iniciar nosotros con la responsabilidad trascendental de formación que tenemos los padres y madres: ¡tenemos que empezar ya con lo que tenemos! ¡No nos engañemos! ¡No le corresponde al gobierno la responsabilidad o la felicidad de cada hogar! Somos cada uno de nosotros los que tenemos que exterminar desde nuestro sitio, a esos tres monstruos sociales que nos tienen arrodillados: la delincuencia, la corrupción integral y la impunidad que empiezan en casa. Como ya apuntamos ¡Los hijos NO SON MASCOTAS HUMANAS! Por lo que deben ser procreados con la mayor responsabilidad mutua; criados con amor y sumo cuidado; formados a tiempo en la más correcta disciplina; educados en valores y conocimiento; respetados en dignidad recíproca y finalmente, como ciclo necesario de la vida, dejarlos volar en completa libertad. Sólo así disfrutaremos junto con ellos ¡La máxima gloria de haberlos engendrado!

El más grande testimonio de la doble moral y cloaca que hay en las entrañas de una sociedad, es el que se hace y se palpa en los propios hijos, convirtiéndolos en muertos vivientes; seres sin escrúpulos y sin sentimientos; endebles papelitos de china que vuelan solos y sin rumbo fijo: ¡A tiempo mis amigos y amigas, a tiempo!

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