Sábado, 23 de noviembre del 2024

#Opinión ¡Muertes de tristeza!

Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar, especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada

Hace algunos meses anticipábamos en este mismo espacio, sobre las consecuencias que traería consigo no sólo la pandemia por la que atravesamos, sino las propias del desempleo, la pobreza, la indigencia y el progresismo totalitario que permea a nuestro país. Una de las más latentes es el suicidio, el cual lo definimos como: La acción deliberada o espontánea de privarse de la vida, ya sea de manera unilateral o inducida por otra persona, por algún trastorno de la ansiedad; una psicosis o una determinación considerada como altruista por aquella.

En este momento no se trata de dar una docta disertación sobre el tema, sino reflexionar con la mayor pulcritud y respeto posible, sobre esta gravosa patología social que sigue lacerando el alma de México y desde luego, al resto de los países, por ello la Organización Mundial de la Salud lo sigue considerando un grave tema de salud pública. Simplemente y de acuerdo a datos del INEGI, en el 2018 ocurrieron más de 6´710 suicidios en nuestra nación, lo que representa una tasa de 5.4 por cada 100 mil habitantes.

En tocante a nuestra entidad federativa, debemos subrayar que, de enero a septiembre de 2020 se registraron 337 que reflejan una tasa de 8.95 acciones consumadas por cada 100,000 habitantes en el Estado. Del total de estos hechos, 288 fueron en hombres y 49 mujeres, que corresponde a una tasa 15.4 y 2.6 respectivamente. La razón por sexo, es de 5.9 suicidios en hombres por 1 en mujeres. Estas cifras son superiores a lo reportado en el 2019, donde se registraron de enero a septiembre 280 y que se traduce en una tasa de 7.4. ubicando a ciudad Juárez como el primer lugar estatal (con 87), seguido de la capital (con 82) y terciando la cifra ciudad Cuauhtémoc (24).

Desgraciadamente y para ejemplificar nuestra preocupación, por doquier nos hemos enterado de cada vez más casos de personas que se atrincheran en su casa amenazando con hacer explotar tanques de gas, por lo menos han sido cuatro en lo que va del año en esta capital. Muchos más eventos de auto-privación de la vida de niñas, niños y adolescentes que ya no tienen una razón de vivir, por estar sumergidos en una profunda depresión por una falta de atención por quien tendría la obligación de hacerlo o por el exacerbado consumo de alcohol o drogas, principalmente en la Heroica ciudad Juárez, así como en la zona serrana.

Existen un sinfín de causas que provocan estas conductas destructivas, entre ellos, severos trastornos de la ansiedad como la depresión; comportamientos impulsivos u obsesivos; el creciente consumo de drogas, principalmente las sintéticas como el cristal o el fentanilo; las psicosis que, como patologías mentales graves alteran considerablemente la capacidad mental de una persona, produciéndole alteraciones de la conciencia o una pérdida progresiva de la realidad.

Esta problemática tiene una peculiar preponderancia en su análisis criminológico y atención gubernamental, toda vez que la persona que lo perpetra, ejerce una forma extrema de violencia contra sí misma. Pero, por otra parte, el hecho presenta profundas implicaciones sociales porque quienes toman esta decisión, han llegado a severos conflictos existenciales que colocan a esta fatídica conclusión como la única salida a sus dificultades. Cuando aumentan las estadísticas en este rubro, muy seguramente la sociedad está atravesando por un proceso fenomenológico muy serio, donde todos los factores sociales deben de intervenir urgentemente para su inminente disminución y así tenemos que con independencia de las circunstancias sociales que rodean al COVID-19, estas acciones han tenido una dinámica exponencial en México en los últimos cuarenta años, sobre todo entre las y los adolescentes y jóvenes mexicanos.

Chihuahua se encuentra dentro de los tres estados con mayores índices en suicidios. Escenario que nos está gritando, que las acciones de prevención, tratamiento y seguimiento integral contra esa problemática no están nada bien y que algo mucho más contundente y de raíz tendrá que trabajarse.

Sin embargo y a pesar de lo anterior, también es digno de aplaudirse que por fortuna y para la atención correcta y oportuna para episodios de esas crisis, nuestra entidad cuenta con el Instituto Chihuahuense de Salud Mental (ICHISAM), el cual se encuentra activo las 24 horas de los 365 días del año, a través de una simple llamada al 911.

El suicidio es la más dramática expresión de la tristeza humana, en el más profundo sentimiento de abandono de todo y por todos ¡Es la más extrema y atroz desesperanza, de una vida feliz que nunca llegó o jamás se apreció!

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