Sábado, 23 de noviembre del 2024

#Opinión Hibristofilia ¡más común de lo que se cree!

Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar. Especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada.

Quien por primera vez acuñó este término, fue el psico-sexólogo neozelandés John Money, quien en los años 50’s, escuetamente la describió como “La atracción sexual por gente peligrosa”. Fenómeno que él consideraba de carácter patológico y que afectaba principalmente a las mujeres. Hay especialistas que lo llegaron a denominar como el Síndrome de Bonnie & Clyde, en referencia a una famosa pareja de delincuentes que se amaban profundamente, hasta que fueron abatidos por la policía en el año de 1934. El adjetivo ‘hibris’, proviene de griego hubrizein que significa ‘atentar contra alguien’.

Por nuestra parte, sostenemos que la Hibristofilia es una parafilia que consiste en la marcada atracción de corte sexual hacia todo tipo de delincuentes y la que puede llegar a materializarse, en una relación querida y consentida por ambas partes. Para ubicar adecuadamente el contexto, se debe entender a las parafilias como fuertes patrones del comportamiento de una persona, en las que el núcleo predominante del placer sexual no se encuentra en la relación sexual normalizada como tal, sino en algunas otras circunstancias, actividades, personas atípicas u objetos sensoriales fuertemente vinculados con aquel, como el caso que atrae esta lectura.

Ahora bien, después de analizar el fenómeno criminal en general, particularmente el proveniente de la delincuencia organizada, así como el de los delitos de alto impacto social y que finalmente tiene repercusiones en el ámbito penitenciario, hemos dado cuenta de que esa tendencia hibristofílica, se ha incrementado exponencialmente los últimos quince años. Muy seguramente por la gran influencia de la web, principalmente la proveniente de las redes sociales sobre el proceder de sus navegadores. Por desgracia debemos reconocer, que no existen estadísticas oficiales sobre este comportamiento erotizado hacia personas con esas características antisociales, pero afortunadamente se han logrado documentar casos de esta naturaleza comportamental, aunado a los francos testimonios de seguidoras de aquellos meta-modelos delincuenciales. Por lo que, con ese material basta, para encontramos en la posibilidad objetiva de establecer por lo menos 8 causas que dan origen a estas extraordinarias conductas. Entre estas:

  • La falaz posibilidad de que la persona embelesada, pueda transformar la vida de la o del delincuente. Esto es, la absurda idea de que sólo basta con su amor, para poder convertir a esos seres desdichados, en almas bondadosas.
  • La fuerte obsesión de que el criminal, por el hecho de estar privado de la libertad en un penal, pero que es puntualmente atendido por ella, finalmente este logrará apasionarse y serle completamente fiel.
  • La manifiesta intención de convivir tan de cerca con una persona criminal, pudiera implicar un argumento de protección maternal (o paternal) hacia esta, surgiendo un sentimiento de lástima, de ternura o de conduelo por su situación psicopática o sociopática y más, si se encuentra en calidad de privada de su libertad dentro de un centro penitenciario, donde obviamente, abundan las carencias materiales y/o afectivas.
  • Existe una fuerte tendencia a que la persona encantada, se sienta sumamente protectora de la o del delincuente, afirmando con vehemencia que, a pesar de la crueldad de sus acciones, muy en su interior es un ser bueno, pero que sólo le faltó el cariño de sus padres. Entonces, la persona atraída -inconscientemente- pretenderá adoptar una particular tutoría, justificando los hechos del delincuente, en el sentido de que él está en esa lamentable situación por las injusticias de la vida y de su entorno social. Asumiendo incluso, el riesgo de ser también agredida posteriormente, en ese tóxico binomio de caricias fatídicas.
  • Es el firme reto atrayente de ‘domar’ a alguien de esta calaña, en un ser amansado y dominado por su imaginario y redentor romance.
  • Caso opuesto a la anterior hipótesis, la persona ‘enamorada’ busca a toda costa, sentirse protegida por esa dominante figura suprema (el criminal), idolatrándola o deidificándola, suplantando consciente o inconscientemente, la imagen paterna o materna que se encuentra difuminada o perdida en su psique.
  • Esta fijación, puede ser la intención escondida u obcecada de compartir la atrayente gloria o atención de los medios de comunicación por una persona famosa que, con sus actos delictivos ha trastocado a la sociedad, capitalizando luego ese vínculo sentimental, con otro tipo intereses personales o materiales.
  • La mayoría de los casos que se conocen, son turbados encantos hacia la delincuencia encarcelada, donde el erotismo se vuelve un componente en sí mismo y el cual se materializa, en por lo menos la emisión de sendas cartas de amor que, si son respondidas por la persona privada de la libertad, se tornarán en una casi irrompible fusión de fantasía sexual, afectando, a la postre, la autoestima de la que se dice ‘dispuesta a todo’.

En las memorias de la historia criminológica, se han documentado casos de cientos de personas que han sido conquistadas por figuras de famosos criminales como Ted Bundy, Charles Manson, Richard Ramírez, Jeffrey Dahmer, entre muchos más. Pero tampoco escapan a ese idilio, decenas de impartidores de justicia, personal penitenciario como directivos, custodios, psicólogos, médicos o enfermeras. La inclinación fílica por delincuentes, no se circunscribe al campo penitenciario, por lo que también podemos anotar a miles de mujeres ofuscadas por conocidos capos o sicarios (las llamadas “Buchonas”).

O aquellas almas que son atraídas por brutales pandilleros, desalmados secuestradores, cruentos guerrilleros o hasta descuartizadores de terrible talante, acabando por enrolarse sin recato alguno, en sus actividades delincuenciales. Además de estos casos, existen otros como las y los miles de seguidores de Jeremy Meeks, considerado desde el 2014 por las redes sociales, como “El delincuente más guapo del mundo”, quien después de su ex reclusión por sus más de once delitos, ahora es un hombre casado y millonario, gracias a que se convirtió en modelo de varias firmas de ropa. El noruego Anders Breivik, que cumple una sentencia de 21 años por el asesinato de 77 jóvenes en el 2011, ha intercambiado cientos de cartas con una mujer llamada “Victoria” que dijo estar profundamente enamorada de él. No escapa a nuestro recuerdo, el caso de la asesina serial Aileen Wuornos, quien, en 1990 confesó haber matado a por lo menos 7 hombres. Hecho que le propició una avalancha de cartas escritas por fervientes mujeres prendadas de su imagen.

México tampoco escapa a estas filias, así podemos referir a decenas de personas que se dijeron verdaderamente enamoradas de la efigie de Sandra Ávila Beltrán una popular narcotraficante conocida como “La Reina del Pacífico”; homosexuales y chicas atraídas por la influyente personalidad de Ovidio Guzmán López, hijo de uno de los mayores narcotraficantes mexicanos; cientos de cartas de amor para Sara Aldrete Villarreal, “La Narco-satánica”, una asesina en serie de los 80’s; personas erotizadas por el liderazgo de Nazario Moreno alias “El Chayo”, quien a finales de los 90´s creo una narco-hermandad llamada “Los Caballeros Templarios”, donde la figura central y deidificada era el mismo ¡Y así, la lista podría continuar en innumerables renglones!

Finalmente, es preciso mencionar que existen algunos comunes denominadores en estos esquemas actitudinales, que han sido invariable y perfectamente analizados en todos estos hechos. Entre los cuales destacan, que el 85% de las personas que padecen esta sindromatología, corresponde a mujeres enamoradas de criminales varones; el 10% a hombres homosexuales hechizados por algún sanguinario maleante y sólo el 5%, son varones heterosexuales obsesionados con mujeres delincuentes, como los cientos de fanáticos de la ex modelo Emma Coronel Aispuro, esposa del Capo Joaquín Guzmán Loera. Asimismo, el 95% del universo en estudio, pertenece a adolescentes y jóvenes cuyas edades fluctúan entre 16 a 31 años, y el resto a mayores de esta edad.

Sin duda alguna, una obcecada y vacía ilusión por otra persona, nos puede llevar a cometer hasta las más horrendas desgracias que no estaban programadas en nuestra agenda de vida. Porque aquello, es amar la nada y esta ¡Es la ausencia de todo!

También te puede interesar

¿Para qué elegir jueces por voto popular?

¿Qué es la Regla Octava en materia de comercio exterior y a quiénes beneficia?

¿Cómo votar el próximo 2 de junio?

Renovación del REPSE ¿quiénes y cuándo deben realizarlo?