¿Un agrónomo como gerente general de la refinería de Deer Park?
Por: Froilán Meza Rivera
La sonrisa se le ha de haber borrado del rostro al presidente de México, ese mismo día en que en su mañanera transmitió con gusto a quienes lo escuchaban: “estoy lo que le sigue de contento”, al referirse a la compra por parte de su gobierno, del total de la refinería Deer Park, que tenía bajo control la empresa petrolera Shell en Houston, Texas. Es que, al mismo tiempo, la prensa estadounidense dio a conocer que un tribunal de los Países Bajos falló el miércoles 26 de mayo en un caso que puede sentar un precedente histórico. La decisión judicial obliga a que la petrolera Shell reduzca drásticamente sus emisiones. En concreto, desde ya y como plazo para el año 2030, Shell Petroleum debe cortar sus emisiones de CO2 un 45% en comparación con los niveles de 2019. Así lo dictaminó el tribunal civil.
Decía yo que ese miércoles, el presidente Andrés Manuel López Obrador defendió la adquisición del 100 por ciento de las acciones de la refinería Deer Park, que comparte hasta ahora en propiedad con Shell (y vende productos bajo esa marca) porque, dijo, “forma parte de la estrategia para garantizar la autosuficiencia energética de México” y agregó que, en el año 2023, la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), producirá los combustibles que se utilizan en el país.
Pero hubo más noticias, como para poder asegurar que, a López Obrador, igual que en el chiste clásico, le va tan mal que, si compra un circo, hasta “le crecen los enanos”. Dicho, claro, con el perdón de la gente pequeña. Y es que, al día siguiente, jueves 27, las agencias noticiosas internacionales dieron otro golpe al optimismo de López Obrador: la calificadora de inversiones Moody’s “rebajó la calificación senior a la refinería Deer Park, la cual fue adquirida por Pemex esta semana, a Baa3 desde Baa2 con posibilidad de una nueva revisión a la baja. La calificación ‘Baa3’ es el último escalón antes de que la nota caiga en grado especulativo o ‘basura’, que son las que se ubican en el grado ‘Ba’, de acuerdo con el escalafón de Moody’s”.
Pero hay más. La nueva adquisición del gobierno de López Obrador viene con deuda, lo que le agrega un sobreprecio, porque del monto bruto de la compra, estimado en poco menos de 600 millones de dólares, se agregan otros 980 millones, de deudas que le hereda la empresa a la nueva administración, el clásico cuchillo dentro del pan.
Quienes conocen del tema aseguran, sin embargo, que el precio es relativamente bajo, porque la refinería de Deer Park aportará a Pemex 349 mil barriles de barriles diarios de combustible refinado. Es notable cuando se hace la comparación con la proyectada y en construcción refinería de Dos Bocas, en Veracruz, uno de los cuatro proyectos emblemáticos de la “cuarta transformación”. Porque Deer Park tiene exactamente la misma capacidad de producción que tendrá Dos Bocas cuando se termine, es decir, ¡los mismos 349 mil barriles diarios! Ah, pero la refinería de Veracruz costará, si bien le va al proyecto, un estimado de 8,995 millones de dólares (aproximadamente 179,900 millones de pesos). Para analistas especializados, como Santiago Arroyo, esta comparación “da mucho en qué pensar en tema de transparencia, pues adquirir una nueva refinería con características similares está costando cerca de 14 veces menos de lo que cuesta construir Dos Bocas”.
Y la pregunta sale entonces naturalita: ¿vale la pena construir Dos Bocas? Y la otra: ¿entonces, por qué diablos no se compraron dos refinerías en Texas, como Deer Park, en vez de dilapidar el dinero de los mexicanos (“solamente” la insignificancia de 179,900 millones de pesos) en proyectos que inmiscuyen el uso a largo plazo de combustibles fósiles, contra la tendencia a nivel mundial de sustituir a los derivados del petróleo…