Viernes, 22 de noviembre del 2024

Cambia tu realidad cambiando tus pensamientos

Por: Daniela Cristina Samaniego Chávez

Imagínate que todos los días hablas con tu mejor amigo o amiga. Todos los días se mandan un mensaje de WhatsApp y se saludan para ver cómo van sus días. Pero un día, misteriosamente, te despiertas justo a la hora que usualmente tu amigo o amiga ya te puso los “¡Buenos días!”, pero te percatas que no tienes noticias de el/ella.
¿Qué se es lo primero que se te viene a la mente?, ¿cómo te sientes al respecto?, ¿qué haces a continuación?
Yo por mi parte pensaría (quizás tú también): “¿por qué no me ha saludado?”.

Dicha situación me haría sentir sorprendida y confundida, por lo que terminaría tomándome otro instante para hacerme más preguntas y descifrar lo que ha ocurrido.

Posteriormente, se me viene a la mente: “¿Le habrá pasado algo malo?, ¿estará bien?”. Estas preguntas me hacen sentir preocupada y angustiada por la situación. En instantes me percato que mi corazón se acelera y comienzan a temblar mis manos, por lo que procedo a llamarle para quitarme de dudas: “¿cómo estás?, ¿todo bien?, me sorprendió no ver un mensaje tuyo esta mañana…”.
¿Cuál podría ser otra explicación a la ausencia de noticias de mi amigo/amiga?
Quizás puedo pensar “¡De seguro se ha quedado dormido!”, lo que me hace sentir liberada y un tanto bromista por el posible descuido de su parte, suelto una carcajada. Procedo a servirme mi taza de café y comienzo mi día como cualquier otro.

Si bien, ambos pensamientos, sentimientos y conductas se desencadenan de la misma situación en particular. ¿Qué cambió entonces? Mis pensamientos.

Mis pensamientos son nada más y nada menos que una hipótesis o explicación que le doy a la realidad percibida. Mis pensamientos no son hechos. Sin embargo, todo el tiempo estamos pensando, no podemos dejar de pensar, es imposible dejar de pensar (al menos que tengas muy buena práctica en meditación). Lo que sí podemos hacer, es someter mis pensamientos a duda y generar la respuesta que quiero ante las circunstancias.

Si quiero cambiar mi forma de reaccionar ante diferentes escenarios de mi día a día, puedo comenzar a entrenar mi mente para que los escenarios que se vengan a mi cabeza resulten más satisfactorios y funcionales para mí. Si quiero cambiar los escenarios de mi vida, si quiero dejar de optar por preocuparme cada vez que algo me sorprenda, dejar de elegir conductas impulsivas, o pensar el peor escenario posible de las cosas, tengo que comenzar por detectar lo que entra en mi mente y detener-desviar el pensamiento automático que viene a ella.

A continuación, te comparto el procedimiento de detectar, detener y desviar para que comiences a cambiar tu realidad de las cosas, tu forma del ver la vida, tu manera de sentir o reaccionar ante ella:

1. Detectar
Si bien es cierto, que los pensamientos son los causantes de todo mi malestar, pero también es cierto, que los pensamientos deben de ser como las olas del mar: vienen y van, vienen y van. Un pensamiento resulta inofensivo al menos que yo me lo crea. Por lo que tengo que comenzar a detectar las historias que normalmente pongo en mi cabeza. Es conveniente que comiences por responderte a las siguientes preguntas, en el siguiente orden:
• ¿Qué está pasando? (situación)
• ¿Cómo me siento al respecto? (emoción y sensación física)
• ¿Qué estoy haciendo en respuesta aquello? (conducta)
• ¿Qué percibí de aquella situación? (pensamiento)
Adoptar el hábito inicial de anotar cada una de estas preguntas, durante un periodo de tiempo, te hará consciente del patrón que utilizas ante la vida. Es necesario detectar los patrones, ver que es simplemente es un mal hábito el que tienes, y así, como lo creaste en un punto de tu vida, puedes simplemente ‘descrearlo’ o crear otro más funcional.

2. Detener
Una vez que detectes lo que estás sintiendo, así es, lo que sientes y no lo que piensas. Cuando detectes “¿que sientes?” y te percates de tu patrón que usualmente adoptas, te voy a pedir que te tomes una pausa de 1 minuto y hagas lo siguiente:
• Vas a realizar tres respiraciones. Inhalas profundamente hasta que sientas que tus pulmones ya no puedan sostener más aire y procederás entonces a sacar el aire por tu boca.
Una vez que estés en equilibrio y “tu cabeza esté fría”, ya puedes proceder al siguiente y último punto.

3. Desviar
¿Es verdad lo que estoy pensando?, ¿lo sé con absoluta certeza?, ¿juraría por quien más quiero que es verdad lo que estoy pensando? Si contestas al menos una de las preguntas anteriores con un “no” o “no lo sé”, significa que puedes someterlo a prueba, por lo que te invitaría a que te hagas la siguiente pregunta: “¿qué otra explicación le puedo dar a esta situación?”

Recuerda, nadie puede quitarte lo que tienes en tu mente, por lo que tu eres responsable de decidir qué historia te quieres comenzar a narrar.

Daniela Cristina Samaniego Chávez
Pasante de Máster en Psicología Clínica y de la Salud.
Psicoterapeuta Cognitivo-Conductual del Instituto Superior de Estudios Psicológicos en España
Cédula Profesional 11385057
www.cristinasamaniego.mx

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