¿Cómo votar el próximo 2 de junio?
Por: Saúl Eduardo Rodríguez Camacho
Abogado, especialista en derecho constitucional y electoral.
Ex consejero del Instituto Estatal Electoral.
Actualmente secretario de Acuerdos en el Tribunal Estatal de Justicia Administrativa.
Espero que la presente le encuentre muy bien. Ya estamos a mediados de mayo y la jornada electoral está más cerca. Acuérdese que se van a renovar todos los cargos de elección popular federales (Presidencia, diputaciones y senadurías) y casi todos los estatales o locales (presidencias municipales, diputaciones y sindicaturas).
Como lo he señalado en colaboraciones anteriores y no está de más hacerlo de nuevo, se trata de una decisión muy importante, pues, el resultado de la elección marcará el destino de las políticas públicas de los siguientes seis años a nivel federal y tres años en el ámbito estatal. Por ello vale mucho la pena estar atentos a la oferta electoral y que indaguemos y verifiquemos la información a la que tenemos acceso.
Estamos aún en la fase de campañas electorales, por lo que diario somos el blanco de propaganda de las candidaturas y los partidos políticos que les postulan; tal vez a este punto ya tomó su decisión respecto de todos los cargos o la mayoría de ellos, pero pasa a veces que llegamos a la casilla, nos entregan nuestras boletas y al encontrarnos en la mampara vemos nombres, partidos políticos, un recuadro de candidaturas no registradas y, nos ponemos un poco nerviosos o inquietos por el temor a equivocarnos.
Eso es normal, pero también puede llevar a que nos preguntemos: ¿cuál es la mejor forma de votar?
Para responder esa interrogante vale la pena que primero tengamos claro cómo funciona nuestro sistema electoral, que, sin pretender entrar en complicaciones, diremos lo básico: es un sistema mixto, por una parte de mayoría relativa y, por otra, de representación proporcional.
Lo anterior significa que los cargos de elección popular los gana quien tenga más votos, sea el número que sea, es decir, no tiene que ser la mitad más uno, sino simplemente tener la mayoría, a diferencia de los sistemas de segunda vuelta, en la que pasan a esta las dos candidaturas con más votación, para que gane quien tenga más de la mitad; o sea, para provocar una mayoría absoluta.
La otra parte del sistema electoral, el de representación proporcional (o candidaturas plurinominales), es un reflejo del número de votos que obtiene cada fuerza política -independientemente de si ganan o no- para que, en los congresos y ayuntamientos, se les otorguen puestos en “proporción” del apoyo ciudadano, cuestión que genera más pluralidad en la integración de los órganos colegiados, al dar voz también a las minorías.
Pues bien, para participar mediante nuestro voto en la integración de la representación popular se habla de distintas formas de emitir el sufragio, por ejemplo: voto cruzado o dividido, voto en blanco y nulo, voto personal y por partido, voto útil, entre otros.
Así, se habla de voto cruzado o dividido cuando se vota por la opción de una fuerza política para la presidencia o gubernatura y, para evitar la concentración excesiva de poder, se opta por otro partido o coalición para la integración del congreso, con la intención de generar un sano contrapeso legislativo.
Por cuanto se refiere al voto en blanco y el voto nulo, se trata de aquellos votos emitidos como una manifestación de protesta, por no estar de acuerdo con ninguna de las candidaturas postuladas, con los partidos políticos, el ejercicio del poder o incluso, por descuido. Este tipo de sufragio es aquel en el que se deposita la boleta en la urna sin haber elegido alguna opción (en blanco), cuando se cruza más de una opción electoral, toda la boleta o que, por las anotaciones o rayaduras en esta, no es posible determinar la intención de voto de la persona que la utilizó.
En cuanto a votar por más de una opción electoral, actualmente es muy común que los partidos políticos formen coaliciones, así que mientras cruce una, varias o todas las opciones de esa coalición (sabrá cuáles son porque presentan la misma candidatura), su voto será válido, pero si cruza partidos que no participan en coalición o con candidatura común, es decir, más de una opción según la candidata o candidato, el voto será nulo.
Cuando se actualiza cualquiera de esos casos, el voto es declarado nulo por los funcionarios de casilla y no procede su contabilidad ni genera ningún efecto, únicamente provocará una causal de recuento de la votación de la casilla en el caso de que se presenten más votos nulos que la diferencia entre el primer y segundo lugar (para evitar suspicacias y verificar que realmente se haya dado ese número), pero, finalmente, la sumatoria de estos votos no es tomada en cuenta en el total de la votación válida. Se puede decir que es la forma menos idónea de votar.
Otra forma de emitir nuestro voto es mediante voto personal o por partido, en el primero, se elige a las personas más que a las fuerzas políticas o partidos, lo que podría dar la posibilidad de que para cada cargo de elección se escojan opciones de diferentes partidos o coaliciones. En cambio, hay quienes tienen un partido político de preferencia y votan por las candidaturas que este les presente.
Finalmente, tenemos el voto útil, que se refiere a aquél que se emite por quienes representan alguna de las dos opciones con mayores posibilidades de ganar, para no desperdiciar el voto otorgándoselo a una candidatura que, aunque sea la que prefiere, se considera que no podría ganar.
Este tipo de voto es al que llaman ejercer, por lo general, aquellas candidaturas y partidos que, según los sondeos y encuestas, se encuentran en segundo lugar; por tanto, buscan el apoyo de quienes están a favor de terceras opciones para sumar esos votos a su favor y tener mejores posibilidades de triunfo. Esto, porque como se decía al inicio, no hay una segunda vuelta en la que a la final solo pasan dos candidaturas y, quienes apoyaban a alguna de las que quedaron fuera deben sumarse a una de las dos opciones finalistas.
Aquí una cuestión problemática es que la definición de quién tiene más posibilidad de ganar queda sujeta a las encuestas y percepción ciudadana de estas y, además, es un llamado a renunciar a la intención inicial de voto, por lo que implica una nueva reflexión y la toma de una segunda decisión de las electoras y electores antes de emitir su sufragio.
Entonces, ¿cómo debemos votar?, creo que hay que hacerlo con plena conciencia, con un voto que me saco de la manga hasta el final pero que anunciaba desde el principio de esta colaboración, al que le llaman “voto informado”, es decir, aquel que emite una ciudadana o ciudadano que se dio un tiempo para ver quiénes ostentan las candidaturas de los cargos que se van a elegir y, en su caso, qué han hecho antes, que tiene una noción de sus propuestas y se inclina por favoreces q quien se acerca a aquello que considera más benéfico para su comunidad.
No es difícil emitir un voto informado y sí es muy satisfactorio, independientemente del resultado de la elección, hacerlo le convierte en una mejor ciudadana o ciudadano, porque le da mejores posibilidades de seguimiento y evaluación de la gestión gubernamental de quienes resulten electos.
Informarse es sencillo pues, además de sus propias búsquedas de información, por ejemplo, en internet, confíe solo en portales conocidos y, preferentemente, en los de las instituciones electorales; si usted entra a la página del INE, encontrará un apartado que se llama “Candidatas y candidatos. Conóceles”, para que revise la información de las candidaturas federales o bien, en la página http://conoceleschihuahua.com/, creada por el IEE, podrá ver lo relativo a las candidaturas locales. Únicamente necesita tener a la mano su credencial para votar y ver la sección electoral a la que pertenece, para el caso de que el sistema se lo requiera para ubicar la candidatura de su distrito electoral, son páginas totalmente confiables.
Retomando, no tome a la ligera esta decisión, siempre escucharemos a quienes nos digan que para qué votan si no va a cambiar nada, pero, si hubiera parte de razón en eso, el problema es que en gran medida ello es responsabilidad nuestra, porque seguimos haciendo lo mismo al dejar de votar y permitiendo que otros decidan por nosotros, apenas votamos la mitad de quienes podemos hacerlo; si la otra mitad votara -o al menos la mitad de la otra mitad, o sea, un 75% del total- se plantearían otros escenarios de la vida democrática de nuestro país.
Si usted piensa así, haga algo diferente este 2 de junio, vaya y vote, hay boletas para todos, dé muestra de responsabilidad cívica a sus hijos, su familia o amigos, no se va a arrepentir.
Gracias por la lectura. Hasta pronto.