El orgullo de ser un producto de consumo
Por: Ana Lilia Dueñas
Periodista
Los bienes de consumo son mercancías (productos), que se adquieren en el mercado a un determinado precio, con el objetivo de satisfacer una necesidad, pero ¿qué pasa cuando la necesidad es una agenda política?
La derrama económica que dejan los consumidores pertenecientes a la comunidad LGBTQ+ en todo el mundo se calcula en 700 mil millones de dólares anuales, según cálculos de la IGTLA (International Gay & Lesbian Travel Association). Tan sólo en Estados Unidos, la comunidad gay, lésbica y bisexual está compuesta por 15 millones de personas y el año pasado su gasto superó los 610 mil millones de dólares.
Desde el merchandising, las estrategias de marketing, hasta las formas de hacer publicidad y comunicación se han visto afectadas por estos segmentos poblacionales que de forma paulatina pero acelerada, están robando terreno a los segmentos preferidos; amas de casa, jóvenes y adultos maduros.
En México las marcas como Bacardí, American Express, Levi’s y Blue Shot se han promocionado como aliados de este sector, pues se dieron cuenta de la importancia y las oportunidades de este tipo de consumidores. Hay expertos que manifiestan que la cruzada mercadotécnica para llegar a la comunidad de la diversidad, debe fundamentarse simplemente en reconocer su existencia y comenzar a relacionarse con sus integrantes.
En el mes del orgullo LGBTQ+ no es sorpresa, pues, encontrarnos con diferentes productos que se enfundan en su bandera: Refrescos, productos de higiene, comida, restaurantes, empresas de tecnología, ropa y accesorio y hasta el ratón favorito de las familias tradicionales, Mickey Mouse ha sacado desde hace unos años una variante de su icónicas orejas en los tonos del arcoíris de la diversidad.
Sin embargo no debemos nunca de olvidar que lo más importante de este mes y de la marcha es la visibilizarían y al lucha por los derechos más básicos, que en muchas entidades de nuestro país no han sido reconocidas, por ejemplo en Chihuahua aún se encuentra en la congeladora, la propuesta de la Diputada Leticia Ortega Maynez, para que se prohíban las terapias de conversión, las cuales están ampliamente reconocidas como violatorias de derechos humanos.
Así que si, se reconoce que haya cada vez más bienes y servicios para la comunidad LGBTQ+, y que se visualice a esta comunidad a través de marcas, pero la lucha no debe quedar ahí, en el aprovechamiento comercial de los grandes capitalistas de una tan importante lucha social.