Sábado, 23 de noviembre del 2024

#Opinión Narcotización de la cultura

Por: Mtro. José Carlos Hdez. Aguilar, especialista en Investigación Criminal y Delincuencia Organizada

Durante más de veinte años, se han escrito millones de renglones sobre este deleznable y trillado tema, sin que se advierta alguna solución tangible; ni por parte de los gobiernos en turno y mucho menos por esta sociedad que en su mediocre confort, le ha gustado jugar con el fuego de la doble moralina.

En diversos foros hemos definido la Narco cultura, como el conjunto de ideas propias o sistemas de comunicación y representación que se manifiestan a través de preceptos simbólicos, idealización de personas; afición o instauración de modas; circunstancias peculiares o mediáticas; adhesiones religiosas o populares, que son consubstanciales del mundo del narcotráfico y que causan un gran impacto en los procesos cognoscitivos o culturales de las personas seguidoras, así como de otras ajenas a esos grupos delincuenciales.

Por su parte el reconocido columnista Marcos Almada, en la revista digital Diálogos, Propuestas e Historias para una Ciudadanía Mundial, afirma que “La Narco cultura tiene su propio lenguaje y sus propios medios de comunicación, es aparentemente un mundo aparte que en ocasiones intenta penetrar al mundo cotidiano en búsqueda de aceptación social o como un reto a lo tradicionalmente aceptado. El narco -por su naturaleza ilegal- intenta mantenerse en un velo de misterio, lo que puede crear un sentimiento de romanticismo en torno a éste. Dicho sentimiento le ha ayudado a adquirir un gran número de seguidores que no necesariamente están involucrados en actividades ilegales de consumo y venta de drogas”.

En otras palabras, es lo que concebimos como la Narcotización de la Cultura, la cual se materializa no sólo a través de la llamada música alterada (principalmente la que enaltece al líder o al grupo criminal del que se es adepto), sino también de otros muy fuertes elementos sincréticos, como la vestimenta de marca y joyería deslumbrante; de los fuertes apegos religiosos a modo; de los códigos lingüísticos propios y la deidificación de sus capos; de la fijación por lo exótico (vehículos, animales, obras de arte, etc., y la preferencia por la arquitectura residencial extravagante; de la fastuosas pompas fúnebres y tumbas suntuosas; de la afición por las narco-novelas o series vinculadas al crimen organizado; de las muy peculiares características indiciarias dejadas en los sitios donde se cometen sus atrocidades; de la predilección por la Buchonía (mujeres “pre-pago” o reinas de belleza); del placer egocéntrico por las fotografías o videos donde se plasmen sus hechos ‘estoicos’ (videos snuff); del narco-turismo y la obsesión por las armas de fuego (sobre todo, las exclusivas del ejército o aquellas de alto poder destructor); así como del narco-altruismo, principalmente hacia grupos vulnerables.

Todo ese contexto errático ha incubado principalmente a niños, niñas, adolescentes y jóvenes de todos los estratos sociales, que actúan consecuentemente bajo una tiranía empoderada, hacia cualquier persona que no encaje dentro de su mapa de aceptación mental, convirtiéndose en personas altamente neuróticas o hasta antisociales.

Por todo ello, es preciso no sólo legislar y legislar brindando efímeras soluciones a este gravísimo problema, en la que nada o casi nada se ha hecho. Sugiriendo entonces, una muy seria y urgente globalización criminológica ante este embate delincuencial: un proceso integral del conocimiento criminológico de carácter mundial, que consiste en la necesaria comunicación proactiva, soporte científico e innovación solucionadora y emergente, para el abatimiento del avance delincuencial en la comunidad internacional, sustentado en el respeto soberano de cada nación y en la unificación armonizada de las políticas criminales. Una inminente armonización de todas las políticas criminales en su más puntual acepción preventiva, investigativa, legislativa, jurisdiccional y desde luego, una homogeneización derecho-humanística. Para tal efecto, se volvería preciso, axiologizar la criminología como la ciencia de la restauración presente, basada en el análisis integral de una delincuencia evolutiva y cada vez más destructiva, brindando soluciones efectivas y reales, para poder recuperar la dignidad humana y la paz social, en el supremo respeto a los derechos del orbe.

¡Arrancar los tentáculos infernales de la Narco cultura de las fibras más sensibles y esperanzadoras de nuestra sociedad; sus niños, niñas y adolescentes, es regalarle agua fresca y cristalina, a una nación dolida y sedienta de paz y justicia social!

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