Domingo, 08 de septiembre del 2024

#Opinión: Síndrome de la Cloaca Social

Por: José Carlos Hernández Aguilar

Recientemente comentaba en algún Colegio de Abogados, que ante el vertiginoso e imparable avance de la delincuencia y la violencia en México, “¡pareciere que somos muchos más los malos que los buenos!”. Ante esta breve disertación, un colega en funciones de juez penal, me respondió que “¡Estaba muy equivocado y que no había tal. Que tan sólo era una cuestión negativa de ‘apreciación’, como la de otros ciudadanos!”

Me quedé realmente estupefacto ante tal aseveración y más, proviniendo de alguien encargado de impartir justicia en esa delicada materia, donde debe prevalecer el conocimiento no sólo de las leyes y códigos, sino la cognición real y tangible del monstruo criminal de la delincuencia, que tanto ha lacerado a nuestra nación, para su correspondiente sanción punitiva.

Por años de análisis y observación sobre éste fenómeno antisocial, al que le hemos llamado ‘SÍNDROME DE LA CLOACA SOCIAL’, hemos concluido que de alguna manera la mayoría de los habitantes de éste país herido de muerte, hemos participado directa o indirectamente en ella. Veamos:

Éste síndrome es una patología de carcinoma social que -analógicamente hablando-, se ha convertido en una especie de metástasis, donde un gran número de los miembros de un colectivo, forman parte directa o indirectamente de pequeños o grandes actos de corrupción; de actividades ilícitas sencillas o de gran impacto social; de una nefasta cultura de dejar hacer y dejar pasar conductas antisociales; de pertenecer o apoyar a grupos del crimen organizado; de ser consumidores de drogas; de proteger a amistades o conocidos y no denunciar; de políticos sucios, deshonestos, adictos y deidificados por ellos mismos; de vivir en una mediocre cultura del confort o de un hedonismo sin control, donde únicamente se busca el placer por el placer mismo en todas sus vertientes, sin esforzarse en nada; de estar eternamente todas y todos conectados a las redes sociales, dejando de lado la convivencia en casa o en sitios de reunión familiar; de hogares sin amor y sin tiempo de nada

Forman parte de ese visible problema, las personas que viven en un ermitaje social sin coadyuvar con las causas comunes; de permitir conductas delictivas, violentas o adictivas dentro de casa, que han hecho hogares disfuncionales o desintegrados. Se es parte de ese alcantarillado, cuando se toleran o promueven hijos tiranos o adictos a al celular o los videojuegos; de vivir un mundo de libertinaje o promiscuidad sexual; de tan sólo juzgar a las instituciones públicas, sin convertirse en habitantes proactivos para la instauración de un verdadero y tangible orden social.

De no participar en los procesos electorales y criticar sin razón o a la ligera, las buenas acciones gubernamentales; de pastores y líderes religiosos abusadores, prepotentes y muy lejos de su vocación moral. Es parte de ese mundo repugnante, la falta de respeto de los superiores a los inferiores y viceversa, en todos los ámbitos y estratos sociales.

Por su naturaleza, las cloacas o alcantarillas, son sitios que reciben las aguas residuales y demás materia orgánica, que son los desperdicios malolientes de un colectivo. Son sitios subterráneos donde en su oscuridad y suciedad, abundan animales rastreros y ponzoñosos, así como bacterias y otros microorganismos letales, que hacen, dentro de ellos, una vida o ecosistema imposiblemente limpio y sano.

Todo eso y por analogía, puede ser llevado al campo socio-criminológico, donde varios de sus miembros, participan en actos de pudrición, que de manera integral han llevado a ese sistema de vida, a oler mal; a resquebrajarse sus instituciones tanto sociales como gubernamentales; a vivir en un temor latente a ser vulnerados y consecuentemente, a ser sumamente egoístas.

Esa cloaca social, ha permitido la insensibilidad a los valores, al respeto y a la disciplina individual, luego a la grupal y finalmente al orden social.

¡Claro que aún es tiempo de limpiar, desinfectar y esterilizar nuestra sociedad! ¡No todo está perdido ni todo es negativo! ¡Hay mucho por hacer y existen pequeñas, pero grandes soluciones a ese terrible “Leviatán”, que si todas y todos contribuimos, son perfectamente realizables, mismas que las expondremos en próximos artículos!

¡RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA; PAZ Y ORDEN SOCIAL!

También te puede interesar

¿Qué es la Regla Octava en materia de comercio exterior y a quiénes beneficia?

¿Cómo votar el próximo 2 de junio?

Renovación del REPSE ¿quiénes y cuándo deben realizarlo?

¿Cómo lograr la devolución del Impuesto al Valor Agregado de empresas mineras?